jueves, 26 de junio de 2014

Sin dejar que el orgullo nos venza




No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.  
 Filipenses 2:3.


Lectura: Filipenses 2:1-11.  Versículo del día: Filipenses 2:3.

MEDITACIÓN DIARIA

La verdad, yo quería pasar por alto este versículo, pero el Espíritu Santo me hizo retroceder. Muchas veces recibimos ofensas de personas que consideramos fatuas o tontas y quizá  pasa que por venir de ellas, más rabia nos da.  El Señor es experto en ponernos en medio de situaciones difíciles para ver hasta dónde llega nuestra madurez espiritual.  ¿Qué tanto es el amor que decimos tener? ¿Qué tanta la misericordia y el perdón?
Este versículo me ha hecho recapacitar y reflexionar, si de verdad considero a quien me ha lastimado, como superior a mí.  ¡Humm, cuánto nos cuesta! Tal vez, las palabras en defensa que teníamos para ellos sean las mismas que les estamos criticando.  Por eso: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).  ¿No seré más bien yo, la presumida y vana a quien estaba reprochando?
Dice más adelante la lectura de hoy que nuestra actitud debe ser como la de Cristo, quien siendo Dios, no se aferró a esa condición sino que se rebajó voluntariamente para hacerse siervo; se humilló y se hizo obediente hasta la muerte (vv. 5-8).   Si eso lo hizo el Señor, siendo Dios, ¿quién nos creemos que somos para actuar con arrogancia?

Amado Señor: Te pedimos perdón por las veces que hemos dejado que el orgullo aflore en nuestras vidas y que por no perdonar como nos mandas, actuamos con desdén, egoísmo y presunción.  Enséñanos a tener siempre una actitud de humildad y obediencia para ser bendecidos como lo quieres hacer en nuestras vidas.

Un abrazo y bendiciones.

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