Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado.1 Samuel 17:45.
Lectura: 1 Samuel
17:1-54. Versículo del día: 1 Samuel
17:45.
MEDITACIÓN DIARIA
Esta es la historia de David y Goliat. David todavía era joven y no asistía a la
guerra como sus hermanos mayores; cuidaba el rebaño de su padre Isaí en
Belén. Sin embargo, un día cuando fue
enviado a llevarles provisiones a sus hermanos, escuchó al filisteo desafiar al
ejército de Israel, como lo venía
haciendo durante cuarenta días (v. 16).
Al escucharlo, David se enfureció y dijo: “¿Quién se cree este filisteo
pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?” (v. 26b).
David, sabía
perfectamente en quién había puesto sus fuerzas y no dudaba de ello: “El Señor,
que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de
ese filisteo” (v. 37), le contestó a Saúl.
. Él no miró al hombre guerrero, fuerte y alto que tenía por delante, él
miró más allá, confiando en que su Dios le permitiría ganar la batalla. Ante las palabras injuriosas de Goliat, David
le contesta con firmeza: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina,
pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso”.
Observemos que tanto
Saúl que era el rey como su ejército miraron la tragedia con los ojos del mundo:
“Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y
tuvieron mucho miedo” (v.11), mientras que David la veía con ojos
espirituales. Goliat podía ser muy
fuerte, pero muchísimo más lo era el Dios de los ejércitos de Israel. David se enfrenta al gigante con su bastón y
cinco piedras lisas que echó en su bolsa (v. 40), y lo vence clavándole una
piedra entre ceja y ceja (v. 49).
Nos encontramos con
muchos ‘Goliat’ en el mundo y muchas veces ni siquiera tenemos los medios
físicos para enfrentarlos, y se nos olvida que las armas espirituales de las que
somos dotados para derrotar al enemigo las tenemos en la mano. También nosotros tenemos a un Dios más fuerte
y poderoso que cualquier ‘Goliat’ que se nos atraviese.
No sé cuál será tu
Goliat, pero si sé que para nuestro Dios no hay imposibles. Acudamos a Él para que vean su gloria y todos
reconozcan “que el Señor salva sin necesidad
de espada ni de lanza y que la batalla es del Señor” (v. 47).
Amado Dios: Nos
presentamos ante ti con los brazos inermes porque somos débiles y nuestra fe
falla ante la adversidad. Hoy ya no
queremos mirar más la tragedia con incertidumbre y desconfianza; venimos ante
ti, llenos del poder de tu Santo Espíritu y a enfrentar este gigante que nos
quiere devorar, en el Nombre poderoso de Jesús.
Gracias Señor porque nos enseñas y nos das la convicción de que contigo
somos más que vencedores cualquiera que sea la situación que estemos viviendo.
Un abrazo y
bendiciones.
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