Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos. ¿No se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes?2 Corintios 13:5.
Lectura 2 Corintios
13:1-10. Versículo del día: 2 Corintios
13:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Unamos el versículo del
día con la exhortación de Moisés al pueblo de Israel: “Y ahora, Israel, ¿qué te
pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos,
que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma” (Deuteronomio 10:12). Quitemos el Israel y pongamos ahí nuestro
nombre. Probémonos y miremos si en realidad actuamos acorde con lo que
predicamos. Si el Señor Jesús está en
nosotros, reflexionemos y seamos sinceros al respondernos. ¿Le tememos y
andamos en sus caminos amándole y sirviéndole con todo el corazón y con toda el
alma? El Señor dijo que este era el mandamiento más importante; y en seguida
nos refirió otro que se complementa con el primero (Mateo 22:37-40), porque no
podemos amar a nuestro prójimo si no amamos como debe ser a Dios.
No tenemos en el
corazón la convicción del perdón y mucho menos entendemos la reconciliación con
Dios por medio del Señor Jesucristo, y por eso mismo nos cuesta perdonar. Creemos que lo mejor es seguir guardando en
el corazón resentimientos, culpas, odios, rencores que sin lugar a duda alguna,
lo que nos hace es destruirnos y no encontrar la paz. Repetimos como loros el ‘Padre Nuestro’
sin tener en cuenta el “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos
perdonado a nuestros deudores”; “Porque si perdonan a otros sus ofensas,
también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros
sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (Mateo 6:12 y
14-15).
Examinémonos y
probémonos a ver si en verdad el Señor Jesucristo, el Dios de amor quien nos
dejó el nuevo mandato de amarnos como nos ama Él, está o no está en nosotros. Empecemos por el
amor y el perdón.
Amado Señor Jesús: Tu
Iglesia está llena de personas que dicen conocerte y seguirte; permite que si
es así, demostremos con hechos y no con palabras que verdaderamente creemos en
ti, que creemos en el perdón y en la reconciliación porque amamos como tú nos
enseñaste a hacerlo.
Un abrazo y
bendiciones.
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