lunes, 16 de junio de 2014

El privilegio de ser sus hijos adoptados




Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley,  para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos.  
 Gálatas 4:4-5.


Lectura: Gálatas 4:1-7.  Versículo del día: Gálatas 4:4-5.

MEDITACIÓN DIARIA

En el Antiguo Testamento regía la ley, pero con la venida del Señor Jesucristo todo cambió. “De hecho, Cristo es el fin de la ley, para que todo el que cree reciba la justicia” (Romanos 10:4).  Todo estaba calculado en los tiempos de Dios, y Jesucristo vino al mundo en el tiempo exacto, nacido de una virgen por obra y gracia del Espíritu Santo, o sea con naturaleza humana por parte de su madre y naturaleza divina por parte de Dios. Vino no solamente a rescatar a los de su pueblo, sino también a toda la humanidad (a los gentiles), y es ahí donde también tenemos cabida como hijos adoptados de Dios. La adopción es el acto legal de tomar a una persona (por lo general niños) dentro del seno familiar, con todos lo derechos y deberes que corresponden a los hijos.
Cuando recibimos al Señor Jesucristo en nuestra vida, nos convertimos en hijos de Dios: “Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3:26), y no hay nada más glorioso que saber esta verdad.    En otros tiempos estábamos muertos en las transgresiones y pecados, andando conforme al mundo (Efesios 2:1-3); pero ahora por su infinita misericordia y amor, nos dio nueva vida con Cristo y fuimos salvos por gracia. ¡Gloria a Dios!  Ahora entramos al círculo de la familia celestial. “Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! ¡Padre!”  (v. 6 en la lectura).  Ya podemos dirigirnos con toda confianza hacia nuestro Papito eterno, porque sabemos que Él es el mejor de los padres y siempre estará atento a escucharnos.  Además de esto gozaremos también de todos sus privilegios como herederos de su reino (v. 7).

Amado Dios y Padre: Infinitas gracias te damos por habernos mirado con tanto amor y habernos traído hacia ti por medio de tu Hijo Jesús. Gracias porque aún no alcanzamos a vislumbrar tan grande regalo que nos has dado al hacernos tus hijos. Abre nuestros ojos Señor y permítenos ver toda tu gloria y privilegios alrededor de nosotros, tus adoptados.

Un abrazo y bendiciones.

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