sábado, 7 de junio de 2014

No es un capricho, es una orden




Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios.   
Deuteronomio 5:16.


Lectura: Deuteronomio 5:1-33.  Versículo del día: Deuteronomio 5:16.

MEDITACIÓN DIARIA

Dios en su infinita sabiduría, después de adorarlo completamente y rendirle el culto tota a Él, dejó escrito el mandato de honrar a padre y madre. No lo dejó de últimas, ni en sexto u octavo lugar: inmediatamente después, como para que entendamos el orden de prioridades. Ahí nos damos cuenta de la importancia que tiene para Dios, lo que es en sí, la célula familiar.
La verdad es que en mis primeros albores del cristianismo poco entendí este mandato, o tal vez no me fue explicado con el énfasis que ahora lo aprendí.  Considero que por no tenerlo en cuenta, me perdí de muchas bendiciones.  La promesa está: “para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios”. En el Nuevo Testamento, se nos vuelve a corroborar el mandato (Efesios 6:2-3).  Conozco infinidad de testimonios donde he visto la mano del Señor brotar prodigiosamente, y al mirar hacia atrás, comprendo la razón: han honrado a sus padres, como Dios lo ordenó.
Cuando somos jóvenes e inexpertos, somos dados a criticar todas sus actuaciones; ya con el correr del tiempo, recapacitamos y muchos pensamos: ‘si tuviera a mi madre, o si tuviera a mi padre…’.  Es una dicha gozar todavía de su compañía.  Por eso, mi consejo para los que todavía los tienen vivos es ceñirse a la Palabra de Dios y honrarlos como debe ser.
Honrar a padre y madre significa ofrecerles el respeto, el amor, la consideración, la ayuda, que merecen. Quizá muchos piensan que ni el uno ni la otra han sido lo suficientemente amorosos o responsables como para brindarles ese lugar.  Si es así; ya es cosa de ellos.  Como hijos y cristianos nos corresponde hacer lo que se nos ha mandado. La vida misma nos enseña que tanto hijos como padres tenemos defectos pero hay que saber perdonar.
Gústenos o no, es un mandato; gústenos o no, hay que acatarlo.
“Tengan, pues, cuidado de hacer lo que el Señor su Dios les ha mandado; no se desvíen ni a la derecha ni a la izquierda.  Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer” (vv. 32-33 en la lectura)

Amado Dios: Gracias por enseñarnos el valor que representan nuestros padres y el lugar que ellos ocupan en tu corazón.  Queremos seguir la orden sin buscarle peros, para gozar de todos tus favores.

Un abrazo y bendiciones.   

No hay comentarios: