jueves, 3 de abril de 2014

Tú eres el grandioso Guardían de nuestras vidas




Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria;  ¡tú mantienes en alto mi cabeza! 
Salmo 3:3.


Lectura: Salmo 3:1-8.  Versículo del día: Salmo 3:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Las noticias que se ven a diario no son nada halagadoras respecto a la seguridad; sin embargo los cristianos sabemos que tenemos en el Señor el refugio innegable.  Personalmente, puedo dar testimonio de la protección sobrenatural de Dios sobre mi vida. 
Considero que todos los días, en todo momento, debemos orar pidiendo la protección de Dios, y creer que así es.  El Salmo 121:8 dice que el Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.  Hay que orar porque Jesús nos cubra con su preciosa sangre.  He sabido de muchos testimonios al respecto y creo firmemente dos cosas: que es un hecho real el amparo divino a través de su sangre, y que el Señor sí manda a sus ángeles para que nos cuiden en todos los caminos (Salmo 91:11).
Estoy convencida que la sangre de Jesús destruye el poder de Satanás; y cuando nos quieren hacer mal, es evidente que están motivados e inducidos por el maligno. Encontré al respecto lo dicho por el predicador David Wilkerson en un sermón: ‘Cuando los poderes satánicos ven la sangre de Cristo sobre los postes de tu puerta, ellos deben pasar sobre ti. Ellos no pueden tocarte porque ellos no pueden tocar a quienes han sido rociados con la sangre de Cristo’ (15 de abril de 1996).  Así que de ahora en adelante recurramos a la sangre de nuestro Salvador y Redentor, porque tiene poder para alejarnos de las acechanzas del enemigo; pero hagámosle por fe, no como si fuera un amuleto o magia; y no dudemos de su protección.

Amado Señor: muchas gracias porque entendemos que tu bendita sangre no solamente nos limpia de todo pecado, sino que también nos cubre para darnos protección y preservarnos de todo mal. Gracias porque eres el grandioso guardián de nuestras vidas.

Un abrazo y bendiciones.

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