Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza!Salmo 3:3.
Lectura: Salmo
3:1-8. Versículo del día: Salmo 3:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Las noticias que se ven
a diario no son nada halagadoras respecto a la seguridad; sin embargo los
cristianos sabemos que tenemos en el Señor el refugio innegable. Personalmente, puedo dar testimonio de la
protección sobrenatural de Dios sobre mi vida.
Considero que todos los
días, en todo momento, debemos orar pidiendo la protección de Dios, y creer que
así es. El Salmo 121:8 dice que el Señor
guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre. Hay que orar porque Jesús nos cubra con su
preciosa sangre. He sabido de muchos
testimonios al respecto y creo firmemente dos cosas: que es un hecho real el amparo
divino a través de su sangre, y que el Señor sí manda a sus ángeles para que
nos cuiden en todos los caminos (Salmo 91:11).
Estoy convencida que la
sangre de Jesús destruye el poder de Satanás; y cuando nos quieren hacer mal,
es evidente que están motivados e inducidos por el maligno. Encontré al
respecto lo dicho por el predicador David Wilkerson en un sermón: ‘Cuando los
poderes satánicos ven la sangre de Cristo sobre los postes de tu puerta, ellos
deben pasar sobre ti. Ellos no pueden tocarte porque ellos no pueden tocar a
quienes han sido rociados con la sangre de Cristo’ (15 de abril de 1996). Así que de ahora en adelante recurramos a la
sangre de nuestro Salvador y Redentor, porque tiene poder para alejarnos de las
acechanzas del enemigo; pero hagámosle por fe, no como si fuera un amuleto o
magia; y no dudemos de su protección.
Amado Señor: muchas
gracias porque entendemos que tu bendita sangre no solamente nos limpia de todo
pecado, sino que también nos cubre para darnos protección y preservarnos de
todo mal. Gracias porque eres el grandioso guardián de nuestras vidas.
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario