jueves, 24 de abril de 2014

Por eso no podemos callar



Al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo y le dijo: «¡Basta por ahora! Puedes retirarte. Cuando sea oportuno te mandaré llamar otra vez». 
Hechos 24:25.


Lectura: Hechos 24:1-27.  Versículo del día: Hechos 24:25.

MEDITACIÓN DIARIA

Es un hecho que cuando la persona se siente aludida cambia la conversación o busca la manera de aislarse porque no resiste que se le digan las verdades de frente.  Más notorio es en aquellas que tienen cargos prominentes como en el caso de Félix quien era el gobernador romano de la provincia de Judea en esa época.  De temor a Dios tenía poco este hombre; según la historia fue cruel y amante del soborno. Esto nos lo corrobora el versículo 26: “Félix también esperaba que Pablo le ofreciera dinero”.
El caso de Félix es muy frecuente; no por esto tenemos que dejar a un lado el llevarles el mensaje de salvación.  El Señor murió por toda la humanidad y nuestra obligación aparte de orar por los gobernantes, es buscar mecanismos que nos permitan llegar hasta ellos y que escuchen lo que Dios tiene para sus vidas. “Él nos mandó a predicar al pueblo y a dar solemne testimonio de que ha sido nombrado por Dios como juez de vivos y muertos” (Hechos 10:42).  Además, si ellos obran rectamente pueden gobernar sin tanta zozobra porque: “el trono se afirma en la justicia” (Proverbios 16:12).
A través de su Palabra Dios exhorta sobre el derecho y la justicia; infortunadamente eso es lo que menos vemos.  Pero nosotros también podemos ser agentes de cambio con nuestra oración, testimonio y obedeciendo el mandato de ir y predicar a todo el mundo: “En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación  y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio” (Tito 2:11-12).
Considero que lo mejor es criticar menos y obrar más.

Amado Señor: Gracias porque pusiste tus ojos sobre nosotros tus siervos.  Permite que en nuestro corazón no fluya el orgullo ni la vanagloria creyéndonos muy buenos o mejor. Al revés Señor, que seamos instrumentos en tus manos para llevar el mensaje de salvación a todas las personas que tienen cargos de autoridad; y que de nuestra parte siempre broten frutos de amor, cordialidad, paz, reconciliación y perdón.

Un abrazo y bendiciones.

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