“¡Tercos, duros de corazón y torpes de oídos! Ustedes son iguales que sus antepasados: ¡Siempre resisten al Espíritu Santo!”.Hechos 7:51.
Lectura: Hechos
7:1-53. Versículo del día: Hechos 7:51.
MEDITACIÓN DIARIA
Estas palabras fueron
dichas por Esteban en su defensa ante el Consejo de los judíos. Como lo acusaban de hablar en contra del
templo y de la ley y Esteban conocía muy bien la Palabra de Dios, les hizo un
recuento desde Abraham hasta Salomón aclarándoles que: “el Altísimo no habita
en casas construidas por manos humanas” (v. 48).
El Señor durante su
ministerio se dedicó a llevar el mensaje de salvación, instando al pueblo a que
lo siguiera: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo
les daré descanso” (Mateo 11:28). En ningún momento dijo: ‘sigan a aquel o a
aquella’; se dirigía en primera persona porque es el “Gran Yo Soy”. “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:35); “Yo soy la luz del mundo (Juan 8:12); “Yo soy la
puerta; el que entre por esa puerta, que soy yo, será salvo” (Juan 10:9); “Yo
soy la vid verdadera” (Juan 15:1). Ellos: “Tercos, duros de corazón y torpes de
oídos”, le rechazaron, para bien de los gentiles: “La piedra que desecharon los
constructores ha llegado a ser la piedra
angular” (Mateo 21:42a).
Sin embargo, ahora todo
es igual; el hombre rechaza la salvación ofrecida por Dios a través de su Hijo
Jesucristo. También los gentiles somos tercos, duros de corazón y torpes de
oídos; pero: “Tengan cuidado de no rechazar al que habla, pues si no escaparon
aquellos que rechazaron al que los amonestaba en la tierra, mucho menos
escaparemos nosotros si le volvemos la espalda al que nos amonesta desde el
cielo” (Hebreos 12:25); “Cristo es la piedra viva, rechazada por los seres
humanos pero escogida y preciosa ante Dios” (1 Pedro 2:4). Para los incrédulos esta piedra se convierte
en tropiezo, mientras que para nosotros los cristianos es una piedra viva, preciosa, adorada y valorada.
Al igual que Esteban,
tenemos que estar preparados para defendernos con la Palabra diligente. Tenemos
que ser diferentes porque de hecho lo somos: “para que proclamen las obras
maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1
Pedro 2:9).
Amado Señor: Gracias
porque conocemos de ti; conocemos tu Palabra y no tenemos excusa para
rechazarte. Te pedimos que nos enseñes a ser fieles y no caer en la trampa del
engaño, dejando que nuestro corazón se endurezca y nos volvamos también tercos
y sordos ante tus mandatos.
Un abrazo y
bendiciones.
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