Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.Hechos 29:20.
Lectura: Romanos 1:18-32. Versículo del día: Romanos 1:20.
MEDITACIÓN DIARIA
Nadie tiene excusa
alguna para no creer en Dios; la misma naturaleza habla de Él. Los cielos cuentan la grandeza de su gloria (Salmo
8).
En este primer capítulo
a los Romanos, Pablo nos instruye sobre el poder del pecado en el mundo y cómo el
pecado se encarga de esclavizar al hombre. Lo que pasa es que la misma maldad,
opaca y obstruye la verdad. Su
indiferencia lo lleva a apartarse
completamente de Dios; prefiere voltear los ojos hacia ídolos vanos (v. 23) que
reconocerlo a Él: “Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus
corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos
los unos con los otros” (v. 24). Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y
las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la
naturaleza (lesbianismo); y los hombres de igual modo (vv. 26-27). Su mente
también se corrompió; se llenaron de toda clase de maldad siguiendo los deseos
de la carne (vv. 29-31).
La naturaleza
pecaminosa está en el hombre, pero nadie tiene excusa para decir: no conozco a
Dios; no he visto nada que pueda acrecentar mi fe en Él. Es una
mentira, puesto que toda su creación está a nuestro alcance. Si los mismos
animales le reconocen, ¿por qué el hombre se empecina en ignorarlo? Y digo que los animales lo reconocen porque
el ganado por ejemplo cuando hay un temblor, hincan sus patas como
arrodillándose y braman hacia arriba como pidiendo compasión a Dios. Mi madre contaba lo que había significado
para ella, el ver a una gallina postrada en sus dos paticas y cacareando al Rey
del cielo, después de caer un rayo en seco en pleno campo. Dios existe y es el creador del universo
completo.
No se puede vivir una
vida sin Dios. Él es el único que puede reconstruir lo derrumbado y restituir
al hombre del pecado. Pidámosle al Señor un corazón sencillo que aprenda a
vislumbrarlo siquiera en el perfume de una flor, en el canto de un pajarito, en
el ruido del mar o de los ríos; en la risa de un niño o en la dulce calma de un
anciano; y aun en las centellas luminosas
de un rayo. Todos ellos nos hablarán que
hay un Dios poderoso y majestuoso que está esperando por aquellos que todavía
no quieren reconocerte como Señor, Dios de la creación y Salvador de la
humanidad.
Amado Dios: Gracias te
damos porque sabemos de tu presencia; porque creemos en ti y entendemos que
Cristo el Señor ha existido desde el principio de la creación y que vino a
hacerse hombre para morir en nuestro lugar y darnos salvación. Gracias porque tan grande misterio has permitido
revelarnos para enaltecer tu Nombre y darnos una vida eterna a tu lado.
Un abrazo y
bendiciones.
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