Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!Salmo 27:14.
Lectura: Salmo
27:1-14. Versículo del día: Salmo 27:14.
MEDITACIÓN DIARIA
Todos enfrentamos dificultades y pasamos
momentos difíciles de desafiar; sea quien sea, por más fuerte o espiritual que
se considere, tendrá tiempos en que sus fuerzas se debiliten y se sentirá desmayar.
Aquello que se ha tornado una carga, es el momento de dejarlo en manos del
Señor. Él tomará ese peso y lo llevará
sobre sus hombros (Mateo 11:28). El maligno,
como león rugiente nos quiere devorar;
tenemos que levantarnos, pelear, enfrentarnos directamente con él y recordarle
quienes somos en el Señor. No podemos darle cabida en casa, ni dejar que tome
delantera para presionar sobre los hijos,
cónyuge, finanzas o salud. “Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón;
aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza” (v. 3 en la
lectura).
En nuestro corazón no debe
haber lugar para él. Por eso hay que
perseguir el habitar con el Señor todos los días; tener comunión permanente con
Él (v. 4), alabarle y adorarle.
Así que no admitamos
que la felicidad se nos robe o que la alegría y la esperanza vuelen y se
esfumen. Dios, nuestro Padre Celestial estará con nosotros de igual modo, en el
desierto más árido que crucemos, o en lugares de verdes pastos. Nos refrescará
con su unción y nos dará nuevas fuerzas para continuar. Nos resguardará al amparo de su tabernáculo y
nos pondrá en alto sobre una roca (v. 5), porque: “de una cosa estoy seguro: he
de ver la bondad del Señor en esta
tierra de los vivientes” (v. 13). Sí, la
bondad del Señor se manifestará de manera sobrenatural en nuestras vidas y
asombrará aun a aquellos que no creían.
Hay que recobrar el
ánimo. El valor por lo que somos no depende de las circunstancias, depende de
nuestra relación con Dios. Él nos ve, como su tesoro precioso y eso somos en
sus manos.
Amado Dios: Gracias por
tu amor y fidelidad. Gracias porque así
nos abandonen padre y madre, tú extiendes tus brazos para acogernos. Tu bondad
no tiene límites. Eres el más grande y mejor Papito que conozcamos.
Un abrazo y
bendiciones.
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