domingo, 27 de abril de 2014

Pon tu esperanza en el Señor



Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo;  ¡pon tu esperanza en el Señor!  
Salmo 27:14.


Lectura: Salmo 27:1-14.  Versículo del día: Salmo 27:14.

MEDITACIÓN DIARIA

Todos enfrentamos dificultades y pasamos momentos difíciles de desafiar; sea quien sea, por más fuerte o espiritual que se considere, tendrá tiempos en que sus fuerzas se debiliten y se sentirá desmayar. Aquello que se ha tornado una carga, es el momento de dejarlo en manos del Señor.  Él tomará ese peso y lo llevará sobre sus hombros (Mateo 11:28).  El maligno, como león rugiente nos  quiere devorar; tenemos que levantarnos, pelear, enfrentarnos directamente con él y recordarle quienes somos en el Señor. No podemos darle cabida en casa, ni dejar que tome delantera para presionar sobre los  hijos, cónyuge, finanzas o salud. “Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza” (v. 3 en la lectura).
En nuestro corazón no debe haber lugar para él.  Por eso hay que perseguir el habitar con el Señor todos los días; tener comunión permanente con Él (v. 4), alabarle y adorarle.
Así que no admitamos que la felicidad se nos robe o que la alegría y la esperanza vuelen y se esfumen. Dios, nuestro Padre Celestial estará con nosotros de igual modo, en el desierto más árido que crucemos, o en lugares de verdes pastos.   Nos refrescará con su unción y nos dará nuevas fuerzas para continuar.  Nos resguardará al amparo de su tabernáculo y nos pondrá en alto sobre una roca (v. 5), porque: “de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor  en esta tierra de los vivientes” (v. 13).  Sí, la bondad del Señor se manifestará de manera sobrenatural en nuestras vidas y asombrará aun a aquellos que no creían.
Hay que recobrar el ánimo. El valor por lo que somos no depende de las circunstancias, depende de nuestra relación con Dios. Él nos ve, como su tesoro precioso y eso somos en sus manos.

Amado Dios: Gracias por tu amor y fidelidad.  Gracias porque así nos abandonen padre y madre, tú extiendes tus brazos para acogernos. Tu bondad no tiene límites. Eres el más grande y mejor Papito que conozcamos.

Un abrazo y bendiciones.

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