A ti, Señor, elevo mi alma; mi Dios, en ti confío; no permitas que sea yo humillado, no dejes que mis enemigos se burlen de mí.Salmo 25: 1-2.
Lectura: Salmo
25:1-22. Versículo del día: Salmo 25:1-2.
MEDITACIÓN DIARIA
Hay momentos en que
queremos desbordar nuestro corazón al Señor.
Él más que nadie nos conoce y sabe todo nuestro andar. Sin embargo, es tan gratificante decírselo; ¡es
tan descansador reposar en su presencia!
La oración de David en este Salmo nos enseña cómo desgarrar nuestra alma
y sentir esa comunión íntima con nuestro amado Señor.
Quizá estás viviendo un
tiempo de zozobra, de transición, de búsqueda, de desilusión y crees que a
nadie le interesas. Te invito a que basados en ente precioso Salmo elevemos
nuestra alma al Señor:
Amado Dios: Este es un
nuevo día en que mi vida transcurre triste y desolada. Quiero postrarme ante ti, estar en tu
presencia. A ti elevo mi alma y en ti confío; no permitas que hoy sea yo
humillado(a) ni avergonzado(a), no dejes que mis enemigos se burlen de mí. Tú eres mi esperanza, mi Salvador y mi
Dios. ¡Eres mi Todo Señor! Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, pues
me encuentro solo(a) y afligido(a). Crecen
las angustias de mi corazón. Líbrame de
las aflicciones y penurias y borra todos mis pecados. Mis ojos están puestos en
ti, porque solo tú puedes desatarme del lazo del cazador. No dejes que el maligno me destruya; líbrame
de todas sus artimañas para que yo no caiga en la red de la amargura y la
tristeza. Sean avergonzados los que
buscan mi mal. Encamíname en tu verdad,
¡enséñame! Que mi protección sean la integridad y la rectitud. ¡A ti Señor
elevo mi alma, porque en ti confío! ¡Acuérdate,
Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario