viernes, 25 de abril de 2014

¡A Ti, Señor, elevo mi alma!



A ti, Señor, elevo mi alma; mi Dios, en ti confío; no permitas que sea yo humillado, no dejes que mis enemigos se burlen de mí. 
Salmo 25: 1-2.


Lectura: Salmo 25:1-22.  Versículo del día: Salmo 25:1-2.

MEDITACIÓN DIARIA

Hay momentos en que queremos desbordar nuestro corazón al Señor.  Él más que nadie nos conoce y sabe todo nuestro andar.  Sin embargo, es tan gratificante decírselo; ¡es tan descansador reposar en su presencia!  La oración de David en este Salmo nos enseña cómo desgarrar nuestra alma y sentir esa comunión íntima con nuestro amado Señor.
Quizá estás viviendo un tiempo de zozobra, de transición, de búsqueda, de desilusión y crees que a nadie le interesas. Te invito a que basados en ente precioso Salmo elevemos nuestra alma al Señor:  

Amado Dios: Este es un nuevo día en que mi vida transcurre triste y desolada.  Quiero postrarme ante ti, estar en tu presencia. A ti elevo mi alma y en ti confío; no permitas que hoy sea yo humillado(a) ni avergonzado(a), no dejes que mis enemigos se burlen de mí.  Tú eres mi esperanza, mi Salvador y mi Dios.  ¡Eres mi Todo Señor!  Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, pues me encuentro solo(a) y afligido(a).  Crecen las angustias de mi corazón.  Líbrame de las aflicciones y penurias y borra todos mis pecados. Mis ojos están puestos en ti, porque solo tú puedes desatarme del lazo del cazador.  No dejes que el maligno me destruya; líbrame de todas sus artimañas para que yo no caiga en la red de la amargura y la tristeza.  Sean avergonzados los que buscan mi mal.  Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Que mi protección sean la integridad y la rectitud. ¡A ti Señor elevo mi alma, porque en ti confío!  ¡Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado!

Un abrazo y bendiciones. 

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