Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido!Salmo 16:5-6.
Lectura: Salmo
16:1-11. Versículos del día: Salmo
16:5-6.
MEDITACIÓN DIARIA
Aunque no lo creamos o
nos parezca imposible, todo, absolutamente todo, está bajo el control de Dios. “Eres
tú quien ha afirmado mi suerte…Preciosa herencia me ha correspondido”. Cuando le entregamos la vida al Señor,
pasamos a ser parte de la familia de Dios (Juan 1:9). Estamos desplazando el ‘yo’, el ‘ego’ por
Cristo y es Él quien viene a tomar el trono. Quien tiene el trono, tiene el
mando; y dicen por ahí que: ‘el que manda, manda, aunque mande mal’. Jajaja. No, no; mentiras con el Señor no es
así: Él es Dios soberano y nadie manda en sus decisiones ni en sus designios.
Teniendo en cuenta el
versículo del día encontré que la herencia es el conjunto de bienes, derechos y
obligaciones que se heredan de una persona. Y que heredar no es solamente recibir esos
bienes materiales, sino también algunas características genéticas físicas,
relativas a su modo de ser. Nosotros
como hijos de Dios, estamos heredando el derecho a una casa celestial; la más
lujosa mansión que alguien haya soñado: la vida eterna en la Nueva Jerusalén
con calles de oro, mares de cristal y
adornada con toda clase de piedras preciosas. Estamos heredando también, el carácter mismo
de Cristo, el cual se va formando en nosotros día tras día a través de los
hábitos y las actitudes que vamos desarrollando.
Busquemos esa herencia,
dejando todo lo de la vieja naturaleza y
revistiéndonos con ropas nuevas y limpias (Colosenses 3:5-14). Dios nos llama a renovarnos en la actitud de
la mente y ponernos el ropaje de la nueva naturaleza “creada a imagen de Dios,
en verdadera justicia y santidad” (efesios 4:23-24). A llenarnos de su Santo Espíritu (Efesios 5:18b)
y anhelar su fruto (Gálatas 5:22-23), para
ir moldeando cada una de nuestras deficiencias. Esa es la herencia dejada por
el Señor. ¡Hermosa herencia!, que tenemos que disfrutar mientras estemos aquí
en la tierra: “Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo
mi ser se llena de confianza” (vv. 9 en la lectura).
Amado Señor: Muchas
gracias por tenernos en el círculo de tus herederos. Gracias por los favores
con los que diariamente nos socorres. Gracias porque todos nuestros caminos te
son conocidos y sabes perfectamente por dónde conducirnos. Permite Señor que día a día, tu carácter se
vaya formando en nosotros, hasta alcanzar la estatura tuya.
Un abrazo y
bendiciones.
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