martes, 1 de abril de 2014

También somos llamados a testificar sobre Él




Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.   
Hechos 1:8.


Lectura: Hechos 1:1-26.  Versículo del día: Hechos 1:8.

MEDITACIÓN DIARIA

La orden estaba dada ya: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).  Ahora, antes de partir al cielo, el Señor les instruye sobre el Espíritu Santo que les dará el poder para que sean sus testigos en todo sitio, empezando por los más cercanos.  Había llegado el momento en que se quedarían solos, pero llegaría el Consolador prometido, que testificaría acerca del Señor; “Y también ustedes darán testimonio porque han estado conmigo desde el principio” (Juan 15:27).  Ellos podían ir a hablar con certeza, porque habían sido partícipes de todo su ministerio: desde cuando Juan bautizaba, hasta el día en que Jesús fue llevado al cielo (v. 22 en la lectura).
Esta orden es para todos sus seguidores.  Todos los que hemos creído en su pasión, muerte y resurrección.  No somos testigos de primera mano como sus apóstoles, pero podemos dar testimonio de nuestra vida desde el mismo momento en que decidimos aceptarle como Señor y Salvador personal.  No tenemos una Judea cerca; pero nuestra Judea se convierte en la casa, el barrio o municipio donde habitamos. El mandato se tiene que cumplir y con la ayuda del Espíritu Santo no solamente llegaremos a los cercanos, sino de igual manera por todo sitio que tengamos que cruzar.  
Tenemos que avivar la llama del fuego del Espíritu Santo para testificar con denuedo de nuestro Redentor, y seremos también partícipes a la vez que lo hagamos, de la gracia que se derramará abundantemente sobre nosotros al igual que a ellos les sucedió (Hechos 4:33).

Amado Señor: Gracias porque también somos tus discípulos. Enséñanos a obedecer tu mandato e ir a compartirles a otros, todo lo que has hecho en nuestras vidas.  Cómo tu poder sobrenatural también ha obrado y nos has sacado avante en diferentes circunstancias. También somos testigos presenciales de tu soberanía y gloria; no permitas que nos quedemos callados. Iremos al mando de tu Santo Espíritu quien convencerá a aquellos que se acerquen a escuchar.

Un abrazo y bendiciones.

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