Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? —¿Quién eres, Señor? —preguntó. —Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—.Hechos 9:4-5.
Lectura: Hechos
9:1-19. Versículos del día: Hechos 9:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Aun recuerdo con gran
gozo la película que presentaron cuando apenas llevaba meses de convertida; se
llamaba igual que el libro del autor: “La evidencia que exige un veredicto” de Josh
MacDowell. Me impresionó escuchar su
relato que se me antoja similar al de Pablo.
Josh lo investigó con el objeto de refutar la existencia de Jesús de
Nazaret, pero las pruebas lo llevaron a otra conclusión; para luego,
convertirse al cristianismo.
No son los únicos
casos. Por lo general, si las personas
buscan a Dios sinceramente, el Señor dice: “me encontrarán, cuando me busquen
de todo corazón” (Jeremías 29:13). Dios se encargará de ir mostrándoles el
camino hasta conducirlos completamente por el camino exacto para llegar a Él: Jesucristo
(Juan 14:6).
Saulo, terco y empecinado
en su propia tradición no miraba más adelante.
Tenía los ojos cegados y cuando el Señor mandó a Ananías para que fuera
y le impusiera las manos, no solamente se le acabó la ceguera física por la que
estuvo postrado tres días después de la aparición del Señor, sino que también,
se desapareció la ceguera espiritual. Dios
le tenía preparado un plan: “—¡Ve! —insistió el Señor—, porque ese hombre es mi
instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus
reyes como al pueblo de Israel” (v. 15 en la lectura).
Quizá a ti, te ocurre
lo mismo: estás cegado por las tradiciones actuales y ves a Jesús como un profeta más; o un simple carpintero, o
el hombre que murió y está colgado en un madero. No, este Cristo se levantó, su
tumba está vacía y vive para darte vida eterna. Te recomiendo que dejes que Él
mismo se te acerque e imponga sus manos sanadoras sobre tus ojos y puedas verlo
y reconocerlo como el Hijo de Dios vivo.
Igual, hay un plan maravilloso preparado para tu vida. No seas terco ni
te pegues más contra el mundo. Jesús desea que le conozcas.
Amado Señor: Te damos
gracias por todos los que están leyendo este devocional y no aceptan que eres
el Redentor del mundo. Permite Señor que
ellos puedan conocerte y creer en ti como Señor y Salvador personal de sus
vidas. Quita la ceguera espiritual de
sus ojos y muéstrales el propósito para el que los tienes designados. ¡Gracias
buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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