No hacen sino mentirse unos a otros; sus labios lisonjeros hablan con doblez.Salmo 12:2.
Lectura: Salmo
12:1-8. Versículo del día: Salmo 12:2.
MEDITACIÓN DIARIA
A través de la Biblia,
Dios nos advierte sobre la mentira. Bien
sabemos que el padre de la mentira es Satanás (Juan 8:44), y él encantado de ver
que las personas se engalanan con palabras farsantes. La mentira no tiene obstáculo en ningún
círculo social, ni racial, ni religioso y mucho menos en el campo político. Todos por igual dejan fluir sus labios en un
cerro de mentiras: “Se engañan unos a otros; no se hablan con la verdad. Han
enseñado sus lenguas a mentir, y pecan
hasta el cansancio” (Jeremías 9:5).
Hay muchas maneras de
mentir. Unos llaman: ‘mentiras piadosas’ a algo que no ven tan grave, pero lo
cierto es que es una mentira. Se miente cuando se exagera, cuando se habla hipócritamente,
cuando se incumplen las promesas, cuando se desatan chismes; y también cuando
en un texto verídico, se mete una cuñita mentirosa. Esa ‘mentirita’, daña el
resto del contexto. El mentiroso nunca es confiable, tiene un corazón doble y
puede llegar hasta los extremos más grandes con tal de salirse con la suya.
El Señor Jesús nos
dice: “Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”,
que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno” (Mateo 5:37). Ahora, si somos personas nuevas, dejemos la
naturaleza vieja atrás; hay que ponernos: “el ropaje de la nueva naturaleza,
creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada
uno a su prójimo con la verdad” (Efesios 4:24-25a). Como cristianos tenemos que crear el hábito
de la verdad, la franqueza, la sinceridad y la autenticidad para no pecar y
agradar a Dios. Hay que buscar la verdad; adquirirla y hacer de ella nuestro
modo de vida. “Compra la verdad y no la vendas” (Proverbios 23:23 VRV).
Amado Señor: Enséñanos
a ser personas que verdaderamente vivamos lo que predicamos, para no ser un
instrumento más en las manos del
enemigo. Gracias porque tenemos a tu Santo Espíritu quien nos dirige a toda
verdad y nos da el poder con el fruto del dominio para dejar a un lado tanta
palabra vana e impertinente que sale de nuestros labios.
Un abrazo y
bendiciones.
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