¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!Mateo 23:37.
Lectura: Mateo 23:37-
39. Versículo del día: Mateo 23:37.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor sabía cómo
habían tratado a los profetas en Jerusalén y que Él no iba a ser la
excepción. Por Isaías y Jeremías podemos
analizar la suerte que corrían los verdaderos profetas. El Señor se lamenta por
su amada Jerusalén al ver el corazón tan endurecido de sus gentes; por eso dijo
que nadie es profeta en su tierra (Marcos 6:4).
No pensemos en
Jerusalén; pensemos en nuestro pueblo, en cada uno de nosotros mismos. Creo que
así como el Señor se lamentó por Jerusalén y quizá lloró por ella; ahora se
lamenta también porque nuestras ciudades están llenas de corrupción, de
depravados e inconscientes que no aceptan su Palabra y hacen mofa de ella. ¿Cuántas veces el Señor habrá llorado por
nosotros? Quizá por ti y por mí. Creo que muchas. Cuando no hacemos su voluntad sino la nuestra,
somos una Jerusalén más. Cuando hemos querido que nos bendiga pero ponemos
todos los tropiezos posibles y no dejamos fluir esa bendición, personalmente, considero que el Señor se entristece. La Palabra de Dios dice que el Espíritu Santo
intercede por nosotros con gemidos indecibles.
No critiquemos a la
Jerusalén del tiempo del Señor. Ahora Él
también quiere darnos calor y abrigo debajo de sus alas y somos renuentes a
dejarnos consentir; a sentir su protección y amor, porque por encima del Señor
están otros intereses que ahogan su bondad.
Tú eres la Jerusalén
amada por Jesús; por ti también se ha lamentado; a ti ha querido cubrirte,
resguardarte y mostrar sus proezas en tu vida.
Ya no sigas más rehusando su perdón y compasión. Déjalo entrar a tu corazón y ábrele las
puertas de tu vida de par en par.
Amado Señor: No
solamente los que no te conocen te han hecho sollozar. Nosotros los que decimos haberte recibido y
creer en ti, también hemos sido desobedientes y sordos a tu voluntad. ¡Perdónanos buen Señor! Igualmente te pedimos
por todos aquellos que no han querido voltear los ojos hacia el Salvador para
que su corazón se ablande y puedan dejarte seguir. Rogamos porque permitan que
entres en su corazón y puedas manifestar
tus poderosas obras en sus vidas.
Un abrazo y
bendiciones.
2 comentarios:
Jerusalén, es nuestra casa,nuestro templo,nuestro corazón. Lo material si es importante, sin idolatrarlo.
Gracias por el comentario; el Señor le bendiga.
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