En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio.Tito 2:11-12.
Lectura: Tito 2:1-15.
Versículos del día: Tito 2:11-12.
MEDITACIÓN DIARIA
Si entendiéramos de verdad su gracia, valoraríamos el
sacrificio hecho por el Señor en la cruz.
No merecíamos ni merecemos absolutamente nada de parte de Dios, pero su
amor infinito y su misericordia logró vencer el pecado generacional y darnos en
su amado Hijo, la completa salvación. ¡Qué regalo tan maravilloso nos ofrece Dios!
Desde pequeños se nos enseñó a las generaciones ya adultas,
el catecismo del Padre Astete y allí bien claro se hacían unas preguntas: “¿Somos
cristianos?” “Sí, somos cristianos por la gracia de Dios”; pero lo repetíamos
como todo lo enseñado en la iglesia tradicional: por costumbre, por inercia
diría yo y como repite un lorito todo lo que escucha, sin ser conscientes del
fondo transcendental de las palabras.
La gracia es mucho más que seis letras. La gracia, es el don,
el regalo, el favor, el bono que nos
permite la entrada al cielo. La gracia
incluye el perdón de pecados y está disponible para toda la humanidad: “Pues
bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a
todos, en todas partes, que se arrepientan” (Hechos 17:30); “pues él quiere que
todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad” (1Timoteo 2:4). ¿Cuál es la
verdad? Cristo Jesús es la verdad (Juan 14:6).
La gracia es pues, el amor incondicional de Dios: “Porque tanto
amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él
no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Nos amó primero, no nosotros a Él. “En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de
nuestros pecados” (1 Juan 4:10).
¿Por qué seguir despreciando esta sublime gracia? Ya es hora
de que entiendas lo maravilloso del amor de Dios y voltear los ojos hacia
Él. Dios quiere que conozcas la verdad y
que te arrepientas. El Señor Jesucristo es el único camino que existe para
llegar a Dios Padre. ¿Deseas orarle a
Jesús para que te conduzca hacia allí? ¡Vamos,
yo te guío!, dile así:
Señor Jesucristo: Yo te necesito; soy pecador, pero hoy
confieso y creo que tu bendita sangre me limpia de todo pecado. Te acepto en mi
vida; ven a ocupar el trono que por ahora está invadido por mi ego, y hazme la
persona que deseas que yo sea. Gracias Señor por perdonar mis pecados y
llevarme de tu mano hacia la vida eterna. Enséñame a vivir con justicia, piedad
y dominio propio de modo que siempre te agrade.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario