viernes, 12 de julio de 2013

Dos comportamientos


Dios, que es justo, pagará con sufrimiento a quienes los hacen sufrir a ustedes. 
2 Tesalonicenses 1:6.


Lectura: 2 Tesalonicenses 1:3-12.  Versículo del día: 2 Tesalonicenses 1:6.

MEDITACIÓN DIARIA

Hay dos caras de ver el versículo principal: Una, la que concierne con nosotros y la otra, la que les espera a quienes nos agreden.
Miremos la primera: Dios es justo. Nadie se va a quedar por fuera de su juzgamiento.  La maldad reina porque se han perdido no solamente los valores, sino porque ante todo, el hombre se ha olvidado de Dios.  Cree que todo lo puede hacer a su antojo y que él es único y autoritario, sin necesidad de rendirle cuentas a nadie.  Satanás se ha encargado de hacer creer que el pecado no existe y que Dios tampoco.  De este modo al hombre se le olvida que no se manda solo y que en la otra vida llegará la justicia.  Si decimos que conocemos y recibimos al Señor, caminemos como cristianos entonces; demos testimonio recordando que ante todo prevalece el amor porque Dios es amor y  desea que nos comportemos demostrando ese amor al prójimo, sea amigo o enemigo.
De otro lado,  no debemos preocuparnos por las acciones en nuestra contra porque Dios en su infinita justicia pagará por nosotros; “porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor” (Romanos 12:19). En cuanto a este tema, puedo dar testimonio al respecto. A nosotros, nos corresponde orar por los agresores, bendecirlos y dejar el asunto en manos del Señor. Más tarde, el día menos pensado, nos daremos cuenta que el Señor sí ha actuado en favor nuestro.
Como conclusión, son dos comportamientos: uno que nos atañe para actuar como creyentes sin hacerle mal a nadie; y además, depositando en el Señor la carga que nos deja el enemigo. Termino con un refrán del común: “No hagas a otro, lo que no quieres que te hagan a ti”.

Amado Señor: Enséñanos a demostrar que somos tus hijos y nos comportamos como tales. Queremos reflejar tu amor y que el mundo te conozca por lo que somos contigo y con los que están a nuestro alrededor. No permitas que nuestro corazón de llene de resentimientos ni odios que lo único que albergará serán profundas raíces de amargura.  Bendecimos Señor, a todos aquellos que de una u otra manera nos han hecho mal.

Un abrazo y bendiciones.

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