domingo, 7 de julio de 2013

Cristo, el misterio revelado




Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley. 
Deuteronomio 29:29.


Lectura: Deuteronomio 29:9-29.  Versículo del día Deuteronomio 29:29.

MEDITACIÓN DIARIA

La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios revelada a los hombres para que entiendan su comportamiento y se obedezca. Hay muchas cosas que no nos incumbe saber, por ejemplo: el tiempo de  la segunda venida del Señor, que solo el Padre  conoce (Mateo 24:36). Tampoco se nos da a conocer el restablecimiento de Israel, sobre lo cual el Señor les responde a sus discípulos: “No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre” (Hechos 1:7).
Sin embargo, Cristo es la Palabra de Dios revelada; es el misterio de Dios. En Efesios se nos habla muy claro al respecto. Dice Pablo: “Al leer esto, podrán darse cuenta de que comprendo el misterio de Cristo. Ese misterio, que en otras generaciones no se les dio a conocer a los seres humanos, pero que ahora se ha revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas de Dios” (Efesios 3:4-5).  Pablo, tiene la misión “de hacer entender a todos la realización del plan de Dios, el misterio que desde los tiempos eternos se mantuvo oculto en Dios, creador de todas las cosas. El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se de a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales, conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:9-11).
Ahora nosotros los gentiles, igual que Israel, somos participantes de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio (Efesios 36c).   No podemos dejar que nos pase como a los judíos que escudriñaban las Escrituras y seguían de largo, sin entender que ellas mismas daban el testimonio claro de Cristo (Juan 5.39).  Si lo revelado nos pertenece y Cristo es el misterio revelado, entonces: cojámoslo. Retengámoslo como el mejor regalo de parte de Dios para tener vida eterna.

Amado Dios: Gracias infinitas te damos por revelarnos a Cristo Jesús y ser partícipes  de la vida eterna. Te pedimos de manera especial por todos aquellos que leen tu Palabra, pero que aun no han podido entender el misterio de la salvación, para que tu Santo Espíritu les de a conocer las riquezas que encierra, el conocimiento de Cristo.

Un abrazo y bendiciones.   

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