miércoles, 17 de julio de 2013

A Él sea la gloria por los siglos de los siglos


No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe: Él se manifestó como hombre; fue vindicado por el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido en la gloria. 
1 Timoteo 3:16.



Lectura: 1 Timoteo 3:1-16.  Versículo del día: 1 Timoteo 3:16.

MEDITACIÓN DIARIA


Confrontemos directamente de la Palabra, tan extraordinario versículo.  “No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe”: Pablo alentando a Timoteo a quien le traspasa su legado, en su segunda carta le dice: “sé en quién he creído” (2 Timoteo 1:12).  Los cristianos podemos afirmar igual que Pablo; sabemos muy bien en quien hemos creído. Dios nos ha reconciliado en Cristo mediante su muerte (Colosenses 1:22).
“Él se manifestó como hombre”: Dios hecho hombre para venir a salvarnos y dar un rumbo fijo a nuestras vidas. “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Juan 1:14a).
“Vindicado por el Espíritu”: “Los profetas, que anunciaron la gracia reservada para ustedes, estudiaron y observaron esta salvación. Querían descubrir a qué tiempo y a cuáles circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando testificó de antemano acerca de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que vendría después de éstos”. (1 Pedro 1:10-11). Y este mismo Espíritu fue el dejado por el Señor Jesucristo a los suyos: “Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.  Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes” (Juan 16:13-14). 
“Visto por los ángeles”: No solamente los ángeles anunciaron su nacimiento (Lucas 2:10-11), también dieron testimonio a las mujeres de que Jesús había resucitado: “Mientras se preguntaban qué habría pasado, se les presentaron dos hombres con ropas resplandecientes” (Lucas 24:4).
“Proclamado entre las naciones”: Toda lengua confesará que Jesús es el Hijo de Dios: “El Dios eterno ocultó su misterio durante largos siglos, pero ahora lo ha revelado por medio de los escritos proféticos, según su propio mandato, para que todas las naciones obedezcan a la fe” (Romanos 16:25-26).
“Creído en el mundo”: Marta, la hermana de Lázaro lo dijo: “Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo” (Juan 11:27); y Pedro lo afirmó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro” (Mateo 6:16).
Recibido en gloria: “Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios” (Marcos 16:19).
Este es el mensaje fiel. El misterio de nuestra fe: Jesucristo, en quien hemos creído y sabemos que su venida ha traído mucho bien a la humanidad.

A nuestro amado Jesús: “el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados,  al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén” (Apocalipsis 1:5-6).

Un abrazo y bendiciones.

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