domingo, 21 de julio de 2013

El legado continúa




Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido. 
2 Timoteo 1:5.


Lectura: 2 Timoteo 1:3-14.  Versículo del día: 2 Timoteo 1:5.

MEDITACIÓN DIARIA

¡Qué bonito! Cómo va pasando el mensaje de salvación, generación tras generación.  Timoteo, el hijo espiritual de Pablo, era un joven entregado al Señor con fe sincera y Pablo lo anima para que continúe llevando el evangelio del mismo modo. “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (vv. 7-8).
Es verdad que no siempre se tiene el mismo ánimo ni la disposición para hablar del Señor Jesús. Incluso se deja decaer el espíritu y poco a poco lo aprendido va quedando en el olvido.  Es ahí, donde tenemos que recordar las palabras de Pablo y animar a los hijos o nietos a retomar nuevamente el camino: “Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia” (v. 9).
Es mucho lo que una madre o abuela puede hacer por los suyos.  Estoy convencida que no solamente es criarlos para que crezcan como ciudadanos rectos en la tierra, sino que también aprecien la salvación que les fue conferida por obra y gracia del Señor Jesucristo, y se comporten como ciudadanos del cielo que ahora son. Por eso constantemente, además del ejemplo, es indispensable nuestra oración por ellos para que vayan creciendo con una fe firme y sincera. Sin avergonzarse de ella; pues deben tener la certeza de saber, en quién han puesto su esperanza (v. 12).

Amado Señor: Te pedimos por nuestros hijitos y nietos para que sigan la sana doctrina de la enseñanza que nos has confiado, y sean verdaderos testigos tuyos con fe genuina y no fingida, bajo el poder de tu Santo Espíritu.

Un abrazo y bendiciones.

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