Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.1 Timoteo 6:10.
Lectura: 1 Timoteo 6:1-21.
Versículo de día: 1 Timoteo 6:10.
MEDITACIÓN DIARIA
Tener dinero no es malo; lo malo es ser esclavo del
dinero. El dinero hay que saberlo
manejar, para que no sea en un momento dado quien nos gobierne. Muchos sin darse cuenta quizá, resultan hasta
adorando su dinero.
Si el Señor ha provisto una riqueza hay que disfrutarla y ser
buenos administradores de ella. El
dinero debe servirnos para hacer el bie; nada se saca con ahorrar y ahorrar
aumentando los tesoros aquí en la tierra, si el corazón solo está puesto en la
riqueza. El Señor dijo: “No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la
polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien,
acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen,
ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará
también tu corazón” (Mateo 6:19-21).
Si creemos que el dinero es nuestro y podemos hacer con él lo
que se nos antoje, estamos equivocados; Dios nos va a pedir cuentas sobre su
manejo. Hay que disfrutarlo sanamente y compartirlo con los necesitados: “A los
ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en
las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en
abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos
en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo atesorarán para sí un seguro
caudal para el futuro y obtendrán la vida verdadera” (vv. 17.19 en la lectura).
Bien dice Proverbios 26:4-5 que no vale la pena afanarse por
acumular riquezas porque estas no existen; afirma: “Es como si les salieran
alas, pues se van volando como las águilas”. ¿Cuántas muertes no han causado
las caídas de las bolsas o el quiebre de una empresa? Si el corazón está puesto allí, seguro que
lleva a la destrucción.
Aprendamos a manejar el dinero y no que el dinero nos maneje
a nosotros. Meditemos sobre quién gobierna nuestro corazón: ¿la plata y
riqueza? O ¿Dios quien es el dueño de todo el oro y la plata del mundo?
Amado Dios: Sabemos que lo que tenemos te pertenece, y que
simplemente por tu bondad nos has
permitido poseerlo para administrarlo.
Enséñanos precisamente eso: a ser buenos administradores de lo que nos
has entregado, y no dejarnos llevar por la codicia o la avaricia.
Un abrazo y bendiciones.
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