sábado, 27 de julio de 2013

Administrar bien redunda en binestar general




Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas; pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura 
Proverbios 27:23-24.


Lectura: Proverbios 27:23-27.  Versículos del día: Proverbios 27:23-24.

MEDITACIÓN DIARIA

Esto es simplemente: Administra sabiamente tus bienes.  La persona que sabe administrar, sabe delegar; pero delegar no es entregar.  Delegar es comisionar al más acertado para lograr el fin deseado. El buen administrador tiene que andar supervisando, porque la confianza mata.  Ahora, lo que dice el versículo 24 es muy cierto: las riquezas no son eternas ni están seguras en ninguna parte; en el momento menos esperado pueden caer y derrumbarse como arena.  Ya no es extraño ver bancos grandes y famosos que se hunden llevando encima capitales de miles de millones.  Las bolsas son impredecibles y también pueden caer de la noche a la mañana.  Por otro lado, un desastre natural haría también efectos negativos en las fortunas. Nada está seguro en ninguna parte.  Por lo mismo, es indispensable que mientras sean ciertos y se tengan, se administren sabiamente.   
La persona que sabe administrar como Dios manda, no solamente ella y su familia estarán bien económicamente, también redundará en beneficio de todos aquellos que se encuentren a su alrededor. “Cuando se limpien los campos y brote el verdor,  y en los montes se recoja la hierba, las ovejas te darán para el vestido, y las cabras para comprar un campo; tendrás leche de cabra en abundancia para que se alimenten tú y tu familia, y toda tu servidumbre” (vv. 25-27). Todo lo que hagamos bien, Dios lo retribuye con múltiples bendiciones. Pero es obrar bien; no con mentiras, chanchullos, injusticia, sobornos, ni usura. “El dinero mal habido pronto se acaba”; “El ambicioso acarrea mal sobre su familia; el que aborrece el soborno vivirá” (Proverbios 13:11a y 15:27).

Amado Señor: Enséñanos a ser buenos administradores de lo que nos has entregado aquí en la tierra, porque Tú como el Mayordomo principal, nos pedirás cuenta de ello.  Danos sabiduría y discernimiento para manejar nuestros bienes.

Un abrazo y bendiciones.

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