miércoles, 1 de mayo de 2013

Todo le pertenece al Señor




La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra es mía y ustedes no son aquí  más que forasteros y huéspedes. 
Levítico 25:23.


Lectura: Levítico 25:18-38.  Versículo del día: Levítico 25:23.

MEDITACIÓN DIARIA

Qué bueno sería que todos tuviéramos presente este mandato de Dios, para el pueblo de Israel.  No sé si todavía ellos lo practican, pero el ideal sería que nos concientizáramos que nada de lo que tenemos es nuestro. Aquí, no somos más que administradores y se nos olvida que Dios nos va a pedir cuentas de todo lo que nos ha dado, empezando por nuestra vida; (recordemos la parábola de los talentos. Mateo 25:14-30),  ¿cómo la administramos? ¿Sí cuidamos el cuerpo como debe ser, o por el contrario lo envenenamos con alcohol y drogas? Ojo con la glotonería; también es un pecado comer de gula. Debemos comer para vivir; no vivir para comer.  ¿Cómo administramos la casa, el auto, y demás bienes que el Señor ha puesto en nuestras manos?  ¿El hogar, los hijos, el(la)esposo(a)? ¿El trabajo y la Iglesia?  
Si nos damos cuenta, no tenemos nada.  Así que para qué afanarnos queriendo cosechar riqueza y más riqueza; al final nada nos llevaremos y sabrá Dios si los que vienen la disfrutarán o la volverán añicos en menos de nada. Dice el sabio Salomón: “Aborrecí también el haberme afanado tanto en esta vida, pues el fruto de tanto afán tendría que dejárselo a mi sucesor, y ¿quién sabe si éste sería sabio o necio? Sin embargo, se adueñaría de lo que con tantos afanes y sabiduría logré hacer en esta vida!” (Eclesiastés 2:18-19).
Pidámosle al Señor sabiduría para disfrutar lo que tenemos mientras podamos hacerlo, porque también nos enseña que: “¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras!  Que sean siempre blancos tus vestidos, y que no falte nunca el perfume en tus cabellos.  Goza de la vida con la mujer amada cada día de la fugaz existencia que Dios te ha dado en este mundo” (Eclesiastés 9:7-9).
En conclusión: Saber que todo lo que tenemos le pertenece a Dios; todo es en préstamo  y debemos sanamente sacarle el mejor provecho.

Amado Señor: Enséñanos a ser los mejores administradores de todo cuanto nos has dado en posesión. Queremos gozar de tus ricas bendiciones con el temor reverente que mereces, como el Hacedor de todos nuestros bienes.  

Un abrazo y bendiciones.

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