jueves, 16 de mayo de 2013

Hacia la tierra que fluye leche y miel




La tierra que recorrimos y exploramos es increíblemente buena. Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! 
Números 14:7-8.


Lectura: Números 14:1-25.  Versículos del día: Números 14:7-8.

MEDITACIÓN DIARIA

Los cambios generalmente producen inquietud y a la vez expectativas. Cuando el Señor nos ha llevado a otro lugar y prometido paz, bienestar y prosperidad, muy seguramente encontraremos ciertos tropiezos que nos harán dudar. Tenemos que tener la certeza que nuestro Dios, si dijo que nos llevaría hasta allí, es porque así lo hará. Nos llevará a poseer la tierra que nos ofreció: la que fluye leche y miel.  El pueblo de Israel, no solamente dudó del poder de Dios sino que murmuró contra Él, queriendo retroceder y haber muerto mejor en Egipto.  Ya algunos de ellos habían ido a explorar la tierra y se asustaron ante los amalecitas y otras tribus. Se dejaron también impresionar por los anaquitas ante quienes se sintieron como langostas; solamente Caleb y Josué dieron un parte de victoria. 
El enemigo no va a querer dejarnos en paz y estará hostigando en cada situación para que como ellos veamos gigantes por todas partes y demos marcha atrás.  “Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo!” (v. 9).  No tenemos a cualquier diosecillo de barrio, tenemos al Rey del universo, al Soberano y Todopoderoso, al que luchará por nosotros y nos dará la victoria. “¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?” (Romanos 8:31); “Los malvados conspiran contra los justos y crujen los dientes contra ellos; pero el Señor se ríe de los malvados,     pues sabe que les llegará su hora”. (Salmo 37:12-13).  Debemos confiar en el Señor sin dejarnos remover por las circunstancias; permaneciendo firmes por siempre (Salmo 125:1).

Amado Señor: Gracias porque la tierra que nos ofreces es verdaderamente fructífera; pedimos tu protección y la fe suficiente para no dudar de tu poder y gloria. Gracias porque es allí donde los demás entenderán que somos tus hijos y que estás con nosotros.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: