martes, 28 de mayo de 2013

Seremos la obra excelente de sus manos



El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre;    ¡no abandones la obra de tus manos! 
Salmo 138:8.

Lectura: Salmo 138:1-8.  Versículo del día: Salmo 138:8.

MEDITACIÓN DIARIA

La oración de David, el hombre con un corazón noble y parecido al de Dios, empieza por alabarlo, para continuar en su gratitud porque cuando lo necesitó, el Señor le respondió. De igual modo, debemos inclinarnos ante Él y decirle: “Quiero alabarte de todo corazón”; “Quiero inclinarme hacia tu santo templo, y alabar tu nombre”; “Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas” (vv. 1,2,3). ¡Cuánto no le debemos al Señor! Es Él quien nos da nuevas fuerzas, nos colma de bienes y permite que nos renovemos como las águilas (Salmo 103:5).
Todo en nuestra vida va continuando poco a poco; quizá con vicisitudes y tropiezos pero llevados de la mano del Todopoderoso. “Aunque pase yo por grandes angustias,     tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás la mano: ¡tu mano derecha me pondrá a salvo!” (v. 7).  ¿Con qué fin?  Con el fin de ir completando su obra en cada uno de nosotros.  No la dejará a medias ni en la mitad, porque el que la comenzó, será fiel en terminarla (Filipenses 1:6).
Por tu misericordia y amor Señor: “¡no abandones la obra de tus manos!”; es el final de la oración de David y también la nuestra.

Amado Señor: Tú eres el Alfarero y nosotros el barro.  Continúa moldeándonos hasta que te sientas complacido con tu obra. Quizá tienes que quitar un poquito aquí y otro allá, para que te agrade y vaya perfeccionándose. Somos tuyos, ¡no abandones la obra de tus manos, hasta que cumplas el propósito tuyo! Permítenos llegar a la meta con los mejores galardones.

Un abrazo y bendiciones.

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