“El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!Salmo 138:8.
Lectura: Salmo 138:1-8. Versículo del día: Salmo 138:8.
MEDITACIÓN DIARIA
La oración de David, el hombre con un corazón noble y
parecido al de Dios, empieza por alabarlo, para continuar en su gratitud porque
cuando lo necesitó, el Señor le respondió. De igual modo, debemos inclinarnos
ante Él y decirle: “Quiero alabarte de
todo corazón”; “Quiero inclinarme
hacia tu santo templo, y alabar tu nombre”; “Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis
fuerzas” (vv. 1,2,3). ¡Cuánto no le debemos al Señor! Es Él quien nos da
nuevas fuerzas, nos colma de bienes y permite que nos renovemos como las
águilas (Salmo 103:5).
Todo en nuestra vida va continuando poco a poco; quizá con
vicisitudes y tropiezos pero llevados de la mano del Todopoderoso. “Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis
enemigos extenderás la mano: ¡tu mano derecha me pondrá a salvo!” (v.
7). ¿Con qué fin? Con el fin de ir completando su obra en cada
uno de nosotros. No la dejará a medias
ni en la mitad, porque el que la comenzó, será fiel en terminarla (Filipenses 1:6).
Por tu misericordia y amor Señor: “¡no abandones la obra de tus manos!”; es el final de la oración de
David y también la nuestra.
Amado Señor: Tú eres el Alfarero y nosotros el barro. Continúa moldeándonos hasta que te sientas
complacido con tu obra. Quizá tienes que quitar un poquito aquí y otro allá,
para que te agrade y vaya perfeccionándose. Somos tuyos, ¡no abandones la obra
de tus manos, hasta que cumplas el propósito tuyo! Permítenos llegar a la meta
con los mejores galardones.
Un abrazo y bendiciones.
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