jueves, 2 de mayo de 2013

Amor y fidelidad por siempre




¡Alaben al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas!  ¡Grande es su amor por nosotros!  ¡La fidelidad del Señor es eterna! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! 
Salmo 117:1-2.


Lectura: Salmo 117:1-2.  Versículos del día: Salmo 117:1-2.

MEDITACIÓN DIARIA

Considero que el mejor tributo que podemos rendirle al Señor es la alabanza.  Su amor y fidelidad no tienen precio alguno.  Con razón hace muchos años en una iglesia a la que yo asistía, se cantaba interminablemente un himno que precisamente se llama “Tu fidelidad”.  Creo que el pastor de aquella congregación, tenía muy claro hasta dónde se alzaba la fidelidad de Dios. La repetidera y repetidera me aburría y ahora entiendo el por qué.  Sencillamente porque a Satanás no le gusta la alabanza y menos que el pueblo del Señor se reúna a hacerla.  Él se ufana con la “quejabanza” ¡y esa sí que la practicamos! Pues no. De hoy en adelante que de nuestros labios broten solo palabras de adoración, reconocimiento y gratitud al que todo lo merece.  Cada vez que vayamos a quejarnos por algo, cambiemos ese lamento por una alabanza.  Démosle gracias a Dios, sea cual sea la situación; además es un mandato: “den gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5:18), no solamente en lo que nos gusta o está bien; es en todo sea malo o bueno.  El poder de la alabanza es enorme porque a Dios eso le agrada y en medio de ella manifiesta su gloria inmensamente: su amor y fidelidad son infinitos.  

Amado Señor: ¡Cómo no reconocer que eres el mas Grande; el más excelso; el Sublime, Glorioso y Poderoso Dios!  ¡Eres Tú, el Gran Yo Soy! Nadie más merece nuestro culto y adoración.  ¡Solo Tú, Papito Dios!  Gracias por tu amor y fidelidad que son eternas.

Un abrazo y bendiciones.

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