lunes, 29 de abril de 2013

Manteniendo la lámpara encendida




Manda a los israelitas que te traigan aceite puro de olivas prensadas, para la iluminación del santuario. Así las lámparas se mantendrán siempre encendidas. 
Levítico 24:2.


Lectura: Levítico 24:1-4.  Versículo del día: Levítico 24:2.

MEDITACIÓN DIARIA

En el antiguo Testamento eran importantes los objetos tales como el templo, las lámparas, etc.  Con la muerte del Señor vemos que el velo del templo se rasgó, permitiendo el acceso directo a su presencia.  Ahora nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16), y debemos mantener prendida la llama que alumbre nuestras vidas.  Somos la luz del mundo (Mateo 5:14); no podemos esconder el fuego; al contrario, llevarlo bien en alto para permitirle resplandecer e iluminar sobre una inmensa extensión.  Cuando hacemos su voluntad, le estamos honrando y por consiguiente, estamos prendiendo el fuego para irradiar.
Pidámosle a Dios, que siempre seamos transportadores de su luz y que ésta destelle  por doquier, llevando calor y abrigo a quienes lo necesiten: “Para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento, manteniendo en alto la palabra de vida” (Filipenses 2:15-16).

Amado Señor: Enséñanos a ser auténticos portadores de la luz verdadera; que brillemos siempre con albor propio y los demás puedan ver en nosotros la diferencia entre lo oscuro y lo claro.

Un abrazo y bendiciones.

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