viernes, 19 de abril de 2013

La gloria solo le pertenece al Señor




—Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos hombres mortales como ustedes. Las buenas nuevas que les anunciamos es que dejen estas cosas sin valor y se vuelvan al Dios viviente, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 
Hechos 14:15.


Lectura: Hechos 14:8-20.  Versículo del día: Hechos 14:15.

MEDITACIÓN DIARIA

Pablo y Bernabé, sabían exactamente cuál era su ministerio y a quién era que en verdad debían glorificar: al Dios viviente.  Muy contrario a las vanaglorias que buscan muchos y que desvían por completo el mensaje de las buenas nuevas. 
Hay que tener sumo cuidado con estas actuaciones porque por eso mismo es que se ha  apostatado del Evangelio, creyéndose algunos el mismo Señor y haciendo que sus feligreses los adoren con mentiras y farsas que por la ansiedad y debilidad de las personas, creen firmemente en ellos, llegando incluso a tragedias como la sucedida  en Waco (Texas), en abril de 1993, con David Koresh, líder de los Davidianos, una secta religiosa. Igualmente sucedió con Jim Jones en Guyana, donde este líder religioso, los indujo a un suicidio colectivo en 1978.  Ambos casos, nos muestran lo que puede acontecer al tergiversar la Palabra de Dios y creer que el pastor de la iglesia es un “dios” sin darle la primacía al verdadero Pastor y Rey de reyes: al Señor Jesucristo. Una congregación puede comenzar como iglesia, pero también puede poco a poco  convertirse en secta.
El Señor mismo nos enseña que al final de los tiempos aparecerán, diciendo: “¡Miren, aquí está el Cristo!” o “¡Allí está!”, no lo crean.  Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos.  Fíjense que se lo he dicho a ustedes de antemano” (Mateo 24:23-25).
Estemos preparados: miremos a los pastores y predicadores con respeto, pero siempre vayamos a la Palabra de Dios, para comprobar que sus prédicas son basadas en ella. Recordemos que: “el Señor es el Pastor (con mayúscula); más el pastor (con minúscula), no es el Señor”.

Amado Dios: Te pedimos que nos des el discernimiento necesario para entender exactamente tus mensajes y darlos a conocer con exactitud, sabiendo que todo lo grandioso y majestuoso proviene de ti y que eres digno de recibir toda adoración, honra y gloria. Nosotros solamente, somos un instrumento en tus manos.

Un abrazo y bendiciones.

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