Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.Hechos 20:24.
Lectura: Hechos 20:13-38.
Versículo del día: Hechos 20:24.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando competimos, todos ambicionamos ganar la carrera. Pablo nos muestra la mejor carrera que
podemos correr: la del supremo llamamiento.
Cabe preguntarnos: ¿Me he preparado para alcanzarla? ¿La estoy corriendo
poniéndole toda la disposición posible para conseguir el premio? ¿Podemos decir al final como Pablo? “He peleado la buena batalla, he terminado
la carrera, me he mantenido en la fe.
Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez
justo, me otorgará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que
con amor hayan esperado su venida” (2 Timoteo 4:7-8). No solamente a Pablo le dará la corona, está
lista para todos los que esperamos su nuevo regreso. ¡Gloria a Dios! ¡Yo ansío con mi corazón ese
precioso día! De hecho, hace muchos años
escribí un poema donde hago alusión al tema: “Pero yo gozosa espero, aquel
nuevo amanecer; en que mi Jesús venga, y me lleve con Él”. Sin embargo, mucha agua ha cruzado bajo el
puente desde esa fecha hasta hoy, y también para mí son las mismas preguntas.
Gracias al Señor a través de mi cáncer de seno, he tenido la
oportunidad de redactar mis devocionales y compartirlos, no solamente a mis
contactos sino también en el blog. Esas mismas palabras de Pablo pero a mi
modo, fueron las que me dije: “Mi vida no es nada Señor, ¿qué he hecho por ti?”. Entonces el Señor me mostró a través de su
Santo Espíritu, que me había dotado de talento suficiente para escribir y
comencé a enviar “Mis devocionales compartidos”. Mi oración es porque siempre
sea el Espíritu Santo mi guía y me lleve a dar los mensajes que lleguen a todos
cuantos tienen la oportunidad de leerlos. “Ahora los encomiendo a Dios y al
mensaje de su gracia, mensaje que tiene poder para edificarlos y darles
herencia entre todos los santificados (v. 32 en la lectura). Me emociona mucho cuando tengo comentarios al
respecto y la gloria se la dejo a Aquel que me ha dado la capacidad para
hacerlo. Si el Señor me llamare a su Presencia, por lo menos, puedo decir en
algo como Pablo: He podido dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
Mi buen Señor: Gracias por permitirme tener el privilegio de
honrarte con mis devocionales. Nuevamente, te pido dirección y humildad para
llevar a cabo la tarea encomendada. En
tu Nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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