Cuéntame, amor de mi vida, ¿dónde apacientas tus rebaños?, ¿dónde a la hora de la siesta los haces reposar? ¿Por qué he de andar vagando entre los rebaños de tus amigos?Cantares 1:7.
Lectura: Cantares 1:1-11.
Versículo del día: Cantares 1:7.
MEDITACIÓN DIARIA
El amor más sublime que podamos encontrar; el más sincero; el
verdadero: es el de nuestro Amado Señor. “Si no lo sabes, bella entre las
bellas, ve tras la huella del rebaño y apacienta a tus cabritos junto a las
moradas de los pastores” (v. 8).
Solamente hay que saber encontrarlo, porque está ahí: latente y
taciturno como esperando nuestra llegada para envolvernos en sus brazos y
decirnos muy quedo en un suave murmullo como el mejor de los amores: “Con amor
eterno te he amado” (Jeremías 31:3). Sí; no fue de ahorita, desde siempre nos
ha amado y somos especiales para Él. Por
donde quiera que transitáramos, aún sin conocerle, Él ya estaba pendiente y
cada día, sin darnos cuenta, nos rodeaba un poco más. Nos arrullaba con ternura y sus manos se
extendían curando las heridas que fueron dejando huella en nuestros corazones,
hasta que por fin, nos dejamos cautivar. “¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé
seducir!” (Jeremías 20:7). ¡No hay amor
más grande que su amor! Por eso hay que
seguir tras las huellas del rebaño, el del Pastor que da la vida por sus
ovejas y apacentar allí, a su lado
plácidamente, en lugares de verdes pastos.
¿Cómo no aceptar ese amor?
¿Cómo decirle que no? ¡Si el
Señor es la esencia misma del amor! Pero
si aún no le conoces: “Ve tras las huellas del rebaño y apacienta a tus
cabritos junto a la morada de los pastores”.
Mi buen Amado Señor: ¡Qué grato es conocerte y entender tu
inmenso amor! Mejores son tus amores que
el vino y tu perfume, bálsamo fragante. ¡Con razón, tus hijos te aman! ¡Con razón te buscan, porque después de Ti,
no existe nadie más! ¡Cuán hermoso eres,
amado mío! ¡Eres un encanto!
Un abrazo y bendiciones.
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