sábado, 13 de abril de 2013

Qué grato es ir tras sus huellas




Cuéntame, amor de mi vida, ¿dónde apacientas tus rebaños?, ¿dónde a la hora de la siesta los haces reposar? ¿Por qué he de andar vagando entre los rebaños de tus amigos? 
Cantares 1:7.


Lectura: Cantares 1:1-11.  Versículo del día: Cantares 1:7.

MEDITACIÓN DIARIA

El amor más sublime que podamos encontrar; el más sincero; el verdadero: es el de nuestro Amado Señor. “Si no lo sabes, bella entre las bellas, ve tras la huella del rebaño y apacienta a tus cabritos junto a las moradas de los pastores” (v. 8).   Solamente hay que saber encontrarlo, porque está ahí: latente y taciturno como esperando nuestra llegada para envolvernos en sus brazos y decirnos muy quedo en un suave murmullo como el mejor de los amores: “Con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3). Sí; no fue de ahorita, desde siempre nos ha amado y somos especiales para Él.  Por donde quiera que transitáramos, aún sin conocerle, Él ya estaba pendiente y cada día, sin darnos cuenta, nos rodeaba un poco más.  Nos arrullaba con ternura y sus manos se extendían curando las heridas que fueron dejando huella en nuestros corazones, hasta que por fin, nos dejamos cautivar. “¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir!” (Jeremías 20:7).  ¡No hay amor más grande que su amor!  Por eso hay que seguir tras las huellas del rebaño, el del Pastor que da la vida por sus ovejas  y apacentar allí, a su lado plácidamente, en lugares de verdes pastos.
¿Cómo no aceptar ese amor?  ¿Cómo decirle que no?  ¡Si el Señor es la esencia misma del amor!  Pero si aún no le conoces: “Ve tras las huellas del rebaño y apacienta a tus cabritos junto a la morada de los pastores”.

Mi buen Amado Señor: ¡Qué grato es conocerte y entender tu inmenso amor!  Mejores son tus amores que el vino y tu perfume, bálsamo fragante. ¡Con razón, tus hijos te aman!  ¡Con razón te buscan, porque después de Ti, no existe nadie más!  ¡Cuán hermoso eres, amado mío! ¡Eres un encanto!

Un abrazo y bendiciones.

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