De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.Romanos 6:11.
Lectura diaria: Romanos
6:1-14. Versículo principal: Romanos
6:11.
REFLEXIÓN
Si el Señor Jesús murió por
nuestros pecados y antes éramos esclavos del pecado, entonces, no podemos
seguir por el mismo camino. Al morir el
Señor, nosotros también nos crucificamos juntamente con Él y “confiamos que
también viviremos con él”; (v. 8b). “La
muerte ya no tiene dominio sobre él” (vv. 8b y 9b), como tampoco lo tiene sobre
nosotros. Por eso el apóstol Pablo habla
más de “dormir” sabiendo que nos espera una vida eterna gloriosa al lado de
Cristo Jesús.
Si estamos vivos para Dios,
debemos portarnos como tal, sin dejarnos llevar por los malos deseos ni
permitiendo que la carne nos domine. Si
antes éramos esclavos del pecado, ahora convirtámonos en esclavos de la
justicia. Si cosechábamos frutos que
avergonzaban, después de conocer al Señor, cosechemos frutos que exalten su
nombre y nos conduzcan cada día más a la santidad (vv. 16-21), entendiendo que
ya no es el ego quien reina en el corazón, sino el mismo Jesús. El viejo hombre de cada uno tiene que quedar
atrás, para darle paso al nuevo. Y, “así
como Cristo resucitó por el poder del Padre, nosotros también llevemos una vida
nueva” (v. 4b).
Si en verdad el Señor habita en
nosotros, permitámosle dirigir nuestros pasos creyendo que lo que hizo en la
cruz fue exactamente el regalo de la salvación para liberarnos de las garras de
la muerte y darnos la victoria de la vida eterna con Él (v. 23). Desplacemos nuestro “yo” para que en el trono
reine y viva por siempre Cristo el Señor.
Gracias Señor por venir a morar
en nuestras vidas. Enséñanos a doblegar
el “yo” que impera en el corazón, para que seas tú guiando cada área y podamos
decir de verdad que tú vives y reinas en el hombre nacido de nuevo contigo.
Un abrazo y bendiciones.
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