¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios, e impenetrables sus caminos!”Romanos 11:33.
Lectura diaria: Romanos
11:33-36. Versículo principal: Romanos
11:33.
REFLEXIÓN
Es difícil tratar de explicar esta
doxología de Pablo. Considero que es tan
avanzado su conocimiento hacia Dios, que llega a un punto donde él se reconoce
como nada, como una morona al lado de lo que no tiene explicación para el
hombre por lo profundo del tema exclusivo de la soberanía de Dios. Para Dios no
hay dimensiones y tal vez el apóstol Pablo quiso encontrarlas llegando a la
conclusión que no hay nada que se le pueda comparar. Dios es dueño de lo oculto y lo profundo como
también de lo alto e inalcanzable; sus designios y propósitos son inaccesibles
y difíciles de entender; se los revela a
quien quiera y como quiera. Esto es
parte de su atributo soberano. Al
profeta Daniel le reveló por medio de una visión la respuesta al misterio del sueño
del rey Nabucodonosor de Babilonia: “¡Alabado sea por siempre el nombre de
Dios! Suyos son la sabiduría y el poder…
Él revela lo profundo y lo escondido y sabe lo que se oculta en las sombras”
(Daniel 2:20 y 22). Sí; si Dios quiere
lo revela porque lo profundo y escondido solo le pertenece a Él. “¿Puedes adentrarte en los misterios de Dios
o alcanzar la perfección del Todopoderoso?
Son más altos que los cielos; ¿qué puedes hacer? Son más profundos que el sepulcro; ¿qué
puedes saber? Son más extensos que toda
la tierra; ¡son más anchos que todo el mar!” (Job 11:7-9).
A través de sus obras y admirando
su creación podemos vislumbrar en algo su sabiduría: “Oh Señor, ¡Cuán imponentes
son tus obras, y cuan profundos tus pensamientos!” (Salmo 92:5); “Conocimiento
tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo”
(Salmo 139:6). Y si queremos contender
con Él nos dirá como a Job: “Prepárate a
hacerme frente; yo te cuestionaré, y tú me responderás. ¿Dónde estabas cuando
puse las bases de la tierra? ¡Dímelo, si
de veraz sabes tanto!” (Job: 38:3-4), y de ahí para abajo siguen las preguntas
del Señor. Muchas veces el tratar de comprender su soberanía nos volvemos
necios y arrogantes. Tenemos que bajar
la cabeza y reconocerle como el único dueño absoluto de toda riqueza,
conocimiento y sabiduría y si algo se nos da a conocer es por su infinita
misericordia y amor como coherederos de su gracia ya que en Cristo Jesús están
escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses
2:3).
Amado Padre celestial: Es tan
inalcanzable e inigualable tu sabiduría que solamente lograremos entenderla
cuando lleguemos a tu presencia y percibamos todo lo que nos tienes preparado. Gracias por hacernos parte de tu reino.
Un abrazo y bendiciones.
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