jueves, 17 de mayo de 2012

¡Te bendigo Señor!


Bendigan al Señor todos ustedes sus siervos.  
 Salmo 134:1a

Lectura diaria: Salmo 134:1-3.  Versículo principal: Salmo 134:1a

REFLEXIÓN

Hoy solo quiero alabar al Señor y darle gracias por su grandeza, por su misericordia y amor.      
Después de salir de la clínica me sentí más cómoda en mi hogar, desde luego.  Sin embargo, a pesar de la tranquilidad que me daba el saber estar nuevamente en casa, tuve que reconocer que no me encontraba como era mi deseo.  Un dolor no intenso persistía y mi debilidad hacia mella en todo mi cuerpo.  Quise levantarme y caminar pero las fuerzas no me ayudaron y terminé nuevamente en la cama.  Ayer estaba desesperada.  Volví a clamarle al Señor y casi sin aliento le preguntaba, “¿Señor, qué quieres de mí?  Nuevamente te digo que fuiste tú quien me hiciste y creaste todas mis entrañas, tú más que nadie sabes que es lo que tengo adentro; solo tu poder puede levantarme”.  Al comenzar el día de hoy, sigilosamente empecé a moverme y resolví entrar a bañarme antes de cualquier cosa.  En el baño vino a mi mente o el Señor lo puso ahí (no lo sé), el versículo que dice: “¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado!” (Isaías 60:1).  ¡Sí Señor me levantaré porque tu gloria brillará sobre mí!  Tomé la decisión entonces, que medio organizaría, y que después de desayunar saldría a caminar así fuera a paso lento hasta el Centro Comercial.  Ahora desde aquí estoy escribiendo el devocional.  Esta mañana al orar con mi esposo le dimos gracias por nuestras vidas y por mi salud: “Y han de estar presentes cada mañana para dar gracias y para alabar al Señor” (1 Crónicas 23:30).  Por eso no me canso de bendecir y alabar el nombre del Señor.
“Y del trono salió una voz que decía: “¡Alaben ustedes a nuestro Dios, todos sus siervos, grandes y pequeños, que con reverente temor le sirven” (Apocalipsis 19:5).  Les invito a que como sus hijos y siervos le alabemos por su grandeza.   A veces nos sumergimos en la queja con el estrés, el dolor y el miedo sin permitirle a nuestro Dios actuar, y de verdad que a Dios le agrada y se complace en la alabanza de los suyos.  Aprendamos a bendecir su nombre sea cual sea la situación en la que nos encontremos.  Como también he aprendido a valorar la salud en estos días, por favor cuiden ese cuerpo como el mejor tesoro, sabiendo que es templo del Espíritu Santo y que la administración de él no se sale de las cuentas que tenemos que darle a Dios.  Como no quiero que pasen por una situación parecida en cuanto a la salud no solo les aconsejo que la cuiden sino que estén orando por ella.

Señor: Gracias por intervenir en mi cuerpo y darme nuevas fuerzas.  También gracias por los que siguen este devocional, oro para que les vaya bien en todos sus asuntos y gocen de buena salud, así como prosperan espiritualmente.

Un abrazo y bendiciones.

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