Bendigan al Señor todos ustedes sus siervos.Salmo 134:1a
Lectura diaria: Salmo
134:1-3. Versículo principal: Salmo
134:1a
REFLEXIÓN
Hoy solo
quiero alabar al Señor y darle gracias por su grandeza, por su misericordia y
amor.
Después de salir de la clínica me
sentí más cómoda en mi hogar, desde luego.
Sin embargo, a pesar de la tranquilidad que me daba el saber estar
nuevamente en casa, tuve que reconocer que no me encontraba como era mi
deseo. Un dolor no intenso persistía y
mi debilidad hacia mella en todo mi cuerpo.
Quise levantarme y caminar pero las fuerzas no me ayudaron y terminé
nuevamente en la cama. Ayer estaba
desesperada. Volví a clamarle al Señor y
casi sin aliento le preguntaba, “¿Señor, qué quieres de mí? Nuevamente te digo que fuiste tú quien me
hiciste y creaste todas mis entrañas, tú más que nadie sabes que es lo que
tengo adentro; solo tu poder puede levantarme”.
Al comenzar el día de hoy, sigilosamente empecé a moverme y resolví
entrar a bañarme antes de cualquier cosa.
En el baño vino a mi mente o el Señor lo puso ahí (no lo sé), el
versículo que dice: “¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado!” (Isaías
60:1). ¡Sí Señor me levantaré porque tu
gloria brillará sobre mí! Tomé la
decisión entonces, que medio organizaría, y que después de desayunar saldría a
caminar así fuera a paso lento hasta el Centro Comercial. Ahora desde aquí estoy escribiendo el devocional. Esta mañana al orar con
mi esposo le dimos gracias por nuestras vidas y por mi salud: “Y han de estar
presentes cada mañana para dar gracias y para alabar al Señor” (1 Crónicas
23:30). Por eso no me canso de bendecir
y alabar el nombre del Señor.
“Y del trono salió una voz que
decía: “¡Alaben ustedes a nuestro Dios, todos sus siervos, grandes y pequeños,
que con reverente temor le sirven” (Apocalipsis 19:5). Les invito a que como sus hijos y siervos le
alabemos por su grandeza. A veces nos sumergimos en la queja con el
estrés, el dolor y el miedo sin permitirle a nuestro Dios actuar, y de verdad
que a Dios le agrada y se complace en la alabanza de los suyos. Aprendamos a bendecir su nombre sea cual sea
la situación en la que nos encontremos.
Como también he aprendido a valorar la salud en estos días, por favor cuiden
ese cuerpo como el mejor tesoro, sabiendo que es templo del Espíritu Santo y
que la administración de él no se sale de las cuentas que tenemos que darle a
Dios. Como no quiero que pasen por una
situación parecida en cuanto a la salud no solo les aconsejo que la cuiden sino
que estén orando por ella.
Señor: Gracias por intervenir en mi cuerpo y darme nuevas fuerzas. También gracias por los que
siguen este devocional, oro para que les vaya bien en todos sus asuntos y gocen de buena
salud, así como prosperan espiritualmente.
Un abrazo y bendiciones.
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