miércoles, 16 de mayo de 2012

Obediencia ante todo


Por no haber confiado en mi, ni haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no serán ustedes los que lleven a esta comunidad a la tierra que les he dado.  
 Números 20:12.

Lectura diaria: Números 20:1-13; 22-29. Versículo principal: Números 20:12.

REFLEXIÓN

Siendo tan fácil como parece ser el obedecer, es difícil en la práctica.  Nos cuesta obedecer sin darnos cuenta que esto nos acarrea serias consecuencias.  Recordemos que el pecado entró al mundo precisamente por una desobediencia y por esto, todos nacimos con este pecado.  En el caso de Moisés y Aarón la consecuencia fue dura para ellos, pues después de haber dirigido al pueblo de Israel por cuarenta años a través del desierto, tuvieron que morir sin lograr su mayor anhelo como era entrar a la tierra prometida.
Al obedecer a Dios estamos cumpliendo su voluntad, demostrando el amor, el respeto y la sujeción que le debemos y que como Padre merece que le tengamos.  Y es que así como un hijo obedece a su padre terrenal, lo mismo debe hacerlo con el Padre celestial y Él más que nadie sabe lo que nos conviene.  Cuando le obedecemos estamos cubiertos por su manto y recibimos bendición, mientras que lo contrario es rebelión y nos atenemos a las consecuencias.
No podemos ir en contra de las leyes de Dios y su obediencia nos demanda total y estricto cumplimiento.  A Dios no se le puede obedecer a medias porque con Él es sí o sí.  El Señor se goza con la obediencia de sus hijos y le importa más que los sacrificios (1 Samuel 15:22).  Al corazón contrito y humillado no lo despreciará Dios (Salmo 51: 17).  Rindámonos al Señor totalmente sin ponerle obstáculos a sus mandatos.  

Señor, te pedimos que nos enseñes a obedecerte sin poner objeciones, entendiendo que siempre deseas nuestro bienestar y que derramarás tus ricas bendiciones sobre nosotros en todos los campos.

Un abrazo y bendiciones.

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