miércoles, 30 de mayo de 2012

Portadores de su fragancia


Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento.  
 2 Corintios 2:14.

Lectura diaria: 2 Corintios 2:12-14.  Versículo principal: 2 Corintios 2:14.

REFLEXIÓN

¡Qué agradable es percibir una rica aroma!  Cuando alguien se nos acerca o aun cuando pasa cerca y trasciende una seductora fragancia, inhalamos como queriendo retener ese olor en nosotros.  Los cristianos de igual manera también debemos permitir que el aroma del Señor toque a todos los que se nos aproximen.  No importa el sufrimiento ni la adversidad. Su sola esencia basta para llevarnos triunfantes porque de antemano Él ya sabe y entiende las batallas que enfrentamos “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense!  Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33);  no estamos solos, su Espíritu nos fortalece y saca avante ante cualquier angustia.  Lo importante entonces, es retomar las armas espirituales y no permitir que el espíritu decaiga y se perciba en nuestro ser un olor diferente al del apreciado perfume dado por el Señor.
Estas congojas son las que en últimas nos forman y fortalecen permitiendo un avance mayor en el crecimiento espiritual no solo para nuestro bien sino para el de quien se nos acerque. Porque ¿cómo vamos a consolar si antes no lo hemos sido? (2 Corintios 1:4).  Una vez más, el Señor cumple su promesa: nos saca de en medio del mundo caído y atormentado para retomar el camino y dirigirnos con pasos sólidos por la tierra que fluye leche y miel recibiéndonos como incienso agradable y mostrándonos su santidad (Ezequiel 20:41-42); y es que esa aroma agradable con la que nos acepta es la que precisamente desea que esparzamos en el andar diario. Pero gracias a Dios, dice Pablo que aunque éramos esclavos del pecado, ahora somos obedientes a la enseñanza de su Palabra transmitida (Romanos 6:17), y podemos en aquel momento, esparcir su suave olor.   
Por tanto, llevemos una vida de amor, “así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios” (Efesios 5:2), hacerlo nosotros de igual modo.  Irradiemos la fragancia de su conocimiento; son muchos los que necesitan ese nuevo aire.

Mi amado Señor: ¡Grato en verdad es tu amor!  Permite que lo que hemos recibido también lo compartamos para que te conozcan a ti como el Señor, Dios y Rey verdadero que eres.  ¡Tú mismo eres bálsamo fragante!  ¡Con razón te aman las doncellas!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: