Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa.Números 23:20.
Lectura diaria: Números 23:1-26. Versículo principal: Números 23:20.
REFLEXIÓN
Creo que el bendecir sería una
buena arma para los casos en que nos enfrentamos ante un enemigo. Por ejemplo: Alguien se atraviesa y nos saca
de la vía; muy seguramente nuestra primera reacción será insultarlo y decirle
palabras como “animal”, “bestia”, “asesino”, etc., entonces, ¿por qué no practicar la formula de
la bendición? Al fin de cuentas el Señor
nos manda a poner siempre la otra mejilla: “Pero a ustedes que me escuchan les
digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes
los maldicen, oren por quienes los maltratan” (Lucas 6:27-29).
Por otro lado también debemos
recordar que todos cometemos errores y no estamos exentos de caer porque “¿Quién
puede afirmar: tengo puro el corazón, estoy libre de pecado?”. Ninguno, todos somos vulnerables a
quebrantar, a infringir, pecar, ofender o desobedecer de una u otra manera, por
lo que decía precisamente Pablo: “el pecado que mora en mi” y si no estamos
andando en el Espíritu es muy probable que nos encontremos con esas
situaciones. Quizá la persona que se nos
atraviesa lo ha hecho por desconocimiento o porque va cargada con otras
preocupaciones; hasta puede ser otro hijo de Dios y si lo es: de malas. El Señor no va a permitir que recaiga sobre
ella el mal, “¿Cómo podré desearle el mal a quien el Señor no se lo desea?” (v.
8b). Así que si el Señor dijo que lo bendeciría,
así lo hará porque no es un simple mortal para mentir y cambiar de
parecer. Él cumple lo que promete (v.
19). También es algo satisfactorio para
nosotros porque ya sabemos que somos sus hijos y por consiguiente tenemos su bendición.
Como conclusión: Si no queremos
que nos hagan mal, tampoco lo hagamos.
Recordemos siempre el bendecir y así estaremos hasta de pronto
permitiendo que otro llegue a los píes del Señor. La bendición es parte de nuestra herencia y
no vamos a dejar que nada ni nadie nos la robe (Génesis 12:2-3).
Señor: Hoy te pido perdón por
todos a los que yo les haya causado algún mal y por los que de una u otra
manera me han hecho daño. Los bendigo
con toda bendición de lo alto tanto a los unos como a los otros, y oro para que
les vaya bien en todos sus asuntos.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario