domingo, 20 de mayo de 2012

Siempre bendiciendo


Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa.  
 Números 23:20.

Lectura diaria: Números 23:1-26.  Versículo principal: Números 23:20.

REFLEXIÓN

Creo que el bendecir sería una buena arma para los casos en que nos enfrentamos ante un enemigo.  Por ejemplo: Alguien se atraviesa y nos saca de la vía; muy seguramente nuestra primera reacción será insultarlo y decirle palabras como “animal”, “bestia”, “asesino”, etc.,  entonces, ¿por qué no practicar la formula de la bendición?  Al fin de cuentas el Señor nos manda a poner siempre la otra mejilla: “Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan” (Lucas 6:27-29). 
Por otro lado también debemos recordar que todos cometemos errores y no estamos exentos de caer porque “¿Quién puede afirmar: tengo puro el corazón, estoy libre de pecado?”.  Ninguno, todos somos vulnerables a quebrantar, a infringir, pecar, ofender o desobedecer de una u otra manera, por lo que decía precisamente Pablo: “el pecado que mora en mi” y si no estamos andando en el Espíritu es muy probable que nos encontremos con esas situaciones.  Quizá la persona que se nos atraviesa lo ha hecho por desconocimiento o porque va cargada con otras preocupaciones; hasta puede ser otro hijo de Dios y si lo es: de malas.  El Señor no va a permitir que recaiga sobre ella el mal, “¿Cómo podré desearle el mal a quien el Señor no se lo desea?” (v. 8b).  Así que si el Señor dijo que lo bendeciría, así lo hará porque no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer.  Él cumple lo que promete (v. 19).  También es algo satisfactorio para nosotros porque ya sabemos que somos sus hijos y por consiguiente tenemos su bendición.
Como conclusión: Si no queremos que nos hagan mal, tampoco lo hagamos.  Recordemos siempre el bendecir y así estaremos hasta de pronto permitiendo que otro llegue a los píes del Señor.  La bendición es parte de nuestra herencia y no vamos a dejar que nada ni nadie nos la robe (Génesis 12:2-3).

Señor: Hoy te pido perdón por todos a los que yo les haya causado algún mal y por los que de una u otra manera me han hecho daño.  Los bendigo con toda bendición de lo alto tanto a los unos como a los otros, y oro para que les vaya bien en todos sus asuntos.

Un abrazo y bendiciones.

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