viernes, 18 de mayo de 2012

Libertad no libertinaje


Todo me está permitido, pero no todo es para mi bien.  Todo me está permitido, pero no dejaré que nada me domine.  
 1 Corintios 6:12.

Lectura diaria: 1 Corintios 6:12-20.  Versículo principal: 1 Corintios 6:12.

REFLEXIÓN

Cuando recibimos a Cristo nos trasformamos en personas nuevas, lo viejo queda atrás (2 Corintios 5:17).  Se entiende que estamos muertos al pecado y vivos para el Señor (Romanos 6:11).  Sin embargo, la vieja naturaleza nos jala aún y pasamos de ser espirituales a carnales.  Se nos olvida fácilmente que quien está sentado en el trono es Cristo Jesús y no el “yo” de cada uno y lo volvemos a destronar.  Esta situación nos lleva a revolver la verdadera libertad que tenemos en Cristo con el libertinaje.  Tenemos el libre albedrío para elegir, y de nosotros depende si queremos perseverar en el pecado o permitir que el Espíritu Santo haga la obra regeneradora. 
Tal parece que el pueblo de Corinto era muy dado a la inmoralidad sexual y Pablo les recuerda a los de la iglesia lo siguiente: “el cuerpo no es para la inmoralidad sexual sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo” (v. 13b).  Si no nos importa nuestro cuerpo y no lo cuidamos en los diferentes campos, tarde o temprano la cuenta pasará.   Hay muchas cosas que se pueden hacer pero no todas nos llevarán a tener paz y regocijo.  Al contrario, dejarán huellas de amargura y frustración que se arraigarán al corazón trayendo en muchas ocasiones tristeza y destrucción. 
He escuchado el siguiente consejo al respecto: Si usted va a ser algo de lo que estaría indeciso para actuar, pregúntese ¿si fuera el Señor lo haría?  Muy seguramente si su deseo es carnal, tendrá inmediatamente la respuesta.  Podemos pelear, alegar, gritar ¿y al final qué nos queda?  Una contrariedad, un desgaste físico y emocional, y hasta de pronto una enfermedad.  Únicamente por no saber controlarnos.  En este solo ejemplo sencillo nos damos cuenta que no todo nos conviene y que no podemos pasar el límite de la verdadera libertad que tenemos en el Señor. 
Como conclusión: no podemos excusarnos bajo esta frase para desenfrenarnos y hacer lo inimaginable que se nos antoje, porque entonces estamos pisando el umbral del libertinaje.  Cuidémonos en no llegar hasta allá.

Señor Jesús: Enséñanos a conducirnos con la verdadera libertad tuya.  Empápanos de tu Palabra para que ésta tome el control de todo nuestro ser y procedamos como lo harías tú.   

Un abrazo y bendiciones.

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