Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.1 Corintios 11:26.
Lectura diaria: 1 Corintios
11:17-33. Versículo principal: 1
Corintios 11:26.
REFLEXIÓN
La Cena del Señor es uno de los
actos de mayor sinceridad y recogimiento que se practica en el culto
dominical. Tengo la percepción que en
muchas ocasiones ni pastores o líderes cristianos como tampoco la feligresía
están conscientes de ello. A veces por
querer ganar tiempo todo es a las carreras sin tener en cuenta lo que dice la
Escritura al respecto. Al comer el pan y
beber el vino estamos recordando lo que el Señor hizo por nosotros en la cruz
que no fue cualquier cosa: entregó hasta lo último de su cuerpo y derramó hasta
la última gota de su sangre solo por darnos la salvación y la estadía eterna a
su lado. Sin embargo, la tomamos a la
ligera sin recordar que: “Por tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la
copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la
sangre del Señor” (v. 27). Pienso que
hace falta que los ministros que presiden una reunión le hagan saber a la
congregación que tienen que estar en paz con Dios y los hombres para recibir y
tomar la Cena: “Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el
pan y beber de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come
y bebe su propia condena” (v. 29). Será
tan delicado que continúa diciendo: “Por eso hay entre ustedes muchos débiles y
enfermos, e incluso varios han muerto” (v. 30).
Esto es importantísimo hacérselo saber a la congregación. Es mejor obrar con diligencia que con
negligencia.
Otro punto al respecto que me
parece importante es el de esperarnos los unos a los otros (v. 33). Me pregunto: ¿cómo se pretende que los fieles
se esperen si tampoco el pastor espera? Resulta que cuando hay premura o aun
sin premura ni siquiera quien está dirigiendo el servicio da tiempo para que
todos tengan la copa y el pan, lo que ocasiona tomarla ya yendo hacia la puerta
o muy deportivamente sin tener en cuenta lo descrito anteriormente. Todos
debemos esperarnos.
Para reflexionar: Ser conscientes
que la Cena del Señor es un acto totalmente significativo y no un juego de
niños. “Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría” (v.
31). El momento inmediatamente anterior
a la Cena es el propicio para pedir perdón a Dios por los pecados cometidos (1
Juan 1:9), seguros de que nos perdonará y limpiará. De igual modo si tenemos algo contra alguien
que esté cerca pedirle perdón: “Ve primero y reconcíliate con tu hermano”
(Mateo 5:24b). Y por consiguiente esperarnos
mutuamente.
Señor, enséñanos a recibir la
Cena tal como tú quieres que lo hagamos: llegando a tu presencia limpios de
pecado para que en verdad proclamemos lo que hiciste por tu iglesia hasta
cuando retornes nuevamente por ella.
Un abrazo y bendiciones.
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