miércoles, 23 de mayo de 2012

Proclamando la muerte del Señor


Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.  
 1 Corintios 11:26.

Lectura diaria: 1 Corintios 11:17-33.  Versículo principal: 1 Corintios 11:26.

REFLEXIÓN

La Cena del Señor es uno de los actos de mayor sinceridad y recogimiento que se practica en el culto dominical.  Tengo la percepción que en muchas ocasiones ni pastores o líderes cristianos como tampoco la feligresía están conscientes de ello.  A veces por querer ganar tiempo todo es a las carreras sin tener en cuenta lo que dice la Escritura al respecto.  Al comer el pan y beber el vino estamos recordando lo que el Señor hizo por nosotros en la cruz que no fue cualquier cosa: entregó hasta lo último de su cuerpo y derramó hasta la última gota de su sangre solo por darnos la salvación y la estadía eterna a su lado.  Sin embargo, la tomamos a la ligera sin recordar que: “Por tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor” (v. 27).  Pienso que hace falta que los ministros que presiden una reunión le hagan saber a la congregación que tienen que estar en paz con Dios y los hombres para recibir y tomar la Cena: “Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena” (v. 29).  Será tan delicado que continúa diciendo: “Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto” (v. 30).  Esto es importantísimo hacérselo saber a la congregación.  Es mejor obrar con diligencia que con negligencia.
Otro punto al respecto que me parece importante es el de esperarnos los unos a los otros (v. 33).  Me pregunto: ¿cómo se pretende que los fieles se esperen si tampoco el pastor espera? Resulta que cuando hay premura o aun sin premura ni siquiera quien está dirigiendo el servicio da tiempo para que todos tengan la copa y el pan, lo que ocasiona tomarla ya yendo hacia la puerta o muy deportivamente sin tener en cuenta lo descrito anteriormente. Todos debemos esperarnos.
Para reflexionar: Ser conscientes que la Cena del Señor es un acto totalmente significativo y no un juego de niños. “Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría” (v. 31).  El momento inmediatamente anterior a la Cena es el propicio para pedir perdón a Dios por los pecados cometidos (1 Juan 1:9), seguros de que nos perdonará y limpiará.  De igual modo si tenemos algo contra alguien que esté cerca pedirle perdón: “Ve primero y reconcíliate con tu hermano” (Mateo 5:24b).  Y por consiguiente esperarnos mutuamente.

Señor, enséñanos a recibir la Cena tal como tú quieres que lo hagamos: llegando a tu presencia limpios de pecado para que en verdad proclamemos lo que hiciste por tu iglesia hasta cuando retornes nuevamente por ella.

Un abrazo y bendiciones.

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