Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él.Romanos 13:1.
Lectura diaria: Romanos
13:1-14. Versículo principal: Romanos
13:1.
REFLEXIÓN
El mundo actual es permisivo en
todos los campos. En la sociedad
familiar, educativa y civil ya no se ven los valores que antiguamente se
enseñaban y practicaban. Los niños y jóvenes
desde temprana edad han ido buscando su propio camino y pareciera como que se
mandaran solos. Ya no existe para ellos ninguna
autoridad. El respeto y los buenos
modales quedaron atrás y se observa una carencia: no hay nada ni nadie que pueda
controlarlos. Bajo estas premisas es más
difícil aún que crezcan como ciudadanos de bien útiles a la sociedad. Si en el hogar y colegio no se les puede
castigar y hacen de las suyas, con mayor razón miran con desdén la autoridad de
un eclesial o de un civil. El obedecer
para ellos está “out” y en vez de ser motivo de orgullo o satisfacción se
convierte en el “oso” de sus actuaciones. Considero imperante que sean los jóvenes y
niños quienes primero conozcan los caminos de Dios y se adentren en sus filas. Dicen que detrás de un niño viene un adulto y
tan así será que la mayoría de publicidad va dirigida hacia ellos.
En el seno de los hogares y
establecimientos educativos cristianos debe continuar la política establecida
por el gran Diseñador respecto a cómo debemos criar y levantar a nuestros
hijos. La Biblia dice que el que ama a
su hijo lo disciplina (Proverbios 13:24), y eso es también exactamente lo que
hace Dios con nosotros. Si como hijos
del Padre eterno somos disciplinados ¿por qué no hacer lo mismo con nuestros
hijos? Disciplinándolos es la única
manera que tenemos para que aprendan que tienen tanto derechos como deberes que
cumplir y que el infringir alguno de ellos ocasionará un castigo. Todo el que se opone a
la autoridad, se rebela contra Dios (vv. 2 y 3).
El ejemplo de los mayores es
fundamental. Ellos tienen que ver en sus
padres una actuación completamente correcta; desde pagar sus impuestos sin
fraude alguno, hasta el respeto por los ancianos y personajes que merecen honra
y aprecio. Hay que aprender también a
pagar las deudas, a no jugar con el tiempo de las otras personas y a no
denigrar del prójimo porque estás actuaciones también denotan irrespeto total. El versículo 9 concluye: “todos los
mandamientos se resumen en este precepto: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Si no queremos que nos ultrajen y pasen por
encima, entonces, tampoco ultrajemos e irrespetemos a los demás.
Señor: Enséñanos a vivir
cumpliendo las normas de convivencia descritas en tu Palabra y acatando todos
tus mandatos de tal modo que nuestros hijos sigan este legado en las
generaciones venideras.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario