El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos.Proverbios 14:26
Lectura diaria: Proverbios
14:1-35. Versículo principal: Proverbios
14:26.
REFLEXIÓN
Definitivamente cuando estamos en
las manos de nuestro Creador, tenemos una torre fuerte en quien confiar en
momentos de angustia. Les quiero contar
a modo de testimonio el día tan amargo que pasé ayer. Desde hacía varios días venía enferma tanto
que la semana pasada solo pude salir a caminar una vez. Ayer de día de la madre, creo que el Señor me
mandó una prueba de las más difíciles que he tenido que afrontar. Tuve un ataque al colon como jamás me había
sucedido. Literalmente sentí que me iba
al otro lado y volvía. Ni siquiera los
dolores del parto se pueden comparar. Otra
señora que se encontraba en urgencias me decía en la noche, que yo me había
desfigurado totalmente y desencajado.
Cuando me dijo esto recordé al Señor y supe que lo mío por más difícil,
nunca se compararía con la agonía de Él en el Monte de los Olivos.
Gracias a Dios, esa torre fuerte
que guía mi vida (Proverbios 18:10), me sostuvo. Yo solo atinaba a musitar: Tú me hiciste y
creaste mis entrañas, tú sabes cómo está lo mío por dentro, por favor dame
fuerzas porque no resisto esta aflicción. Y en todos los exámenes practicados
pedía que fuera su bendita mano puesta en mí.
Tuvieron que tomarme un TAC abdominal.
Gracias a Dios estaba a mi lado en esos momentos mi querida y fuerte en
oración cuñada y mientras me lo iban practicando ella iba orando. De verdad, que sentí las oraciones de muchos
de ustedes que me siguieron y acompañaron en esta difícil prueba. Sabía que si salía mal, me entraban a cirugía
porque ya me lo había informado el médico.
El diagnóstico: colon terriblemente inflamado pero sin ninguna masa que
ocasionara angustia. Esta mañana me
daban de alta pero tenía que tomar alimento líquido para ver qué tanto resistía
mi cuerpo y para la gloria del Señor me sentó muy bien.
Bueno, este es mi testimonio y
quería compartírselo porque definitivamente no hay prueba que el Señor nos
mande, más allá de lo que podamos resistir.
Solo sé que el Señor estaba ahí, guardándome y reconfortándome. Solo sé que su baluarte me vivificó y me
sostuvo. De otra manera no hubiese
podido pasar ese trago amargo. Definitivamente
“El temor del Señor es fuente de vida y aleja al hombre de las redes de la
muerte” (v. 27).
Amado Señor: Gracias porque solo me
basta tu presencia para sentirme resguardada en los tiempos de adversidad. Gracias por tu infinita misericordia hacia
mí. Mi vida está en tus manos y esto me alienta.
Un abrazo y bendiciones.
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