martes, 29 de mayo de 2012

El mensaje del Señor por siempre "sí"


Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, a quien Silvano, Timoteo y yo predicamos entre ustedes, no fue “sí” y “no”; en él siempre ha sido “sí".  
 2 Corintios 1:19.

Lectura diaria: 2 Corintios 1:12-24.  Versículo principal: 2 Corintios 1:19.

REFLEXIÓN

El más Grande, el Inescrutable, el Todopoderoso, el Inmutable jamás se retracta ni se contradice porque Él es la Verdad y su fidelidad es el atributo que nos da la confianza para dirigirnos sin el temor a ser rechazados o engañados.  “Pero tan cierto como que Dios es fiel, el mensaje que les hemos dirigido no es “sí” y “no”; en él siempre ha sido “sí” (v. 18).  Su Palabra es fiel, veraz e íntegra, una sola y no cambia.  Precisamente, para que tengamos la suficiente seguridad de en quién hemos creído; depositando en Él toda ansiedad, sabiendo que cuida de nosotros (1 Pedro 5:7).
¿Cómo no creer en el Señor Jesucristo, si lo es todo desde el principio hasta el fin? ¿Si en Él no hay engaño alguno?  “No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe: Él se manifestó como hombre; fue vindicado por el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido en la gloria” (1 Timoteo 3:16).  ¡Cuánta verdad existe en ti, Señor! Y si todo en Él siempre ha sido “sí”, sus promesas también son con un “sí” indiscutible, para responder humildemente con un “así es Señor”.  Lo que tú dices se cumplirá, lo que tú mandas se acatará, porque al final, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que eres Dios como está escrito (Romanos 14:11).
 Esforcémonos en llevar el mensaje de Cristo resucitado especialmente con el testimonio de vida que entreguemos a los otros, para que todo lo que digamos “sí”, se convierta en un “amén”; esto nos llevará a actuar sin hipocresía y entregándolo todo para la gloria del Señor. Nos guiará a ser confiables y personas de palabra; a ir siempre con la verdad y cumplir lo prometido.  Lo vanagloria del mundo se acabará, perdurará lo que hagamos para la gloria de Dios.  Él puede hacer muchísimo más de lo que nos imaginamos o pedimos, por eso todo honor solo lo merece Él (Efesios 3:20-21).

Mi Señor y Dios: Gracias porque ansío poderosamente la promesa más grande esperada por tiempos: ¡tu pronto regreso!  Tú dijiste: “Sí, vengo pronto”.  Amén.  ¡Ven Señor Jesús!  ¡Aleluya!  ¡Digno es el Cordero que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza!

Un abrazo y bendiciones.

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