martes, 22 de mayo de 2012

¡Examíname Señor!


Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón;… Fíjate si voy por mal camino y guíame por el camino eterno. 
Salmo 139:23a-24.

Lectura diaria: Salmo 139:1-24.  Versículos principales: Salmo 139:23a-24.

REFLEXIÓN

Contrario a Dios, nosotros no nos conocemos.  Dios si está al tanto de manera perfecta de nuestros pensamientos, debilidades y deseos. “todos mis caminos te son familiares.  No me llega aún la palabra a la lengua cuando tu, Señor, ya la sabes toda” (v. 4).  Si una madre llega a conocer mucho de un hijo no solo por el hecho de haberlo engendrado sino porque comparte su vida desde su nacimiento con él, con mucha más razón Dios, que nos planificó y diseñó a su modo. “Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no con sus mandamientos” (Deuteronomio 8:2).  Esto lo hizo Dios con su pueblo Israel y de igual manera lo hace también con sus hijos.  Los desiertos que pasamos no son porque sí, tienen un fin específico. “Y Dios que examina los corazones, sabe cual es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios” (Romanos 8:27)  Tenemos que ponernos en sus manos para que sea el Espíritu Santo quien nos escudriñe y muestre en qué fallamos porque: “¿Quién está consciente de sus propios errores?  ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!” (Salmo 19:12)  Por lo general nos creemos buenos y en realidad no nos conocemos por eso hay que decirle a Dios como David: examíname y sondéame. Si todavía hay cosas ocultas en lo más íntimo del corazón que no permitimos que nadie toque, o si aun hay pecados que no recordamos o hemos pecado por omisión creyendo o asumiendo que a Dios lo podemos engañar también, entonces, es mejor sincerarnos con el Señor y decirle que nos examine.
¿Cuántas veces las emociones son engañan y resultamos diciendo lo que no nos incumbe?  Quizá muchas de ellas hiriendo a los demás y juzgando sin motivo.  No, no hay nadie que pueda decir “soy perfecto”. Mientras estemos aquí en este mundo, estaremos en un continuo proceso de llegar a la integridad y Dios se encargará muy bien de ponernos en el sitio debido. “Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer” (1 Corintios 10:12).

Amado Dios: Gracias por indagar en nuestro corazón y guiarnos nuevamente por el camino tuyo.  Gracias por conocernos a la perfección y desear de nosotros lo mejor.

Un abrazo y bendiciones.

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