lunes, 1 de agosto de 2011

Un hombre íntegro

Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!
Job 1:21.


Lectura diaria: Job 1:6-22. Versículo para destacar: Job 1:21.


ENSEÑANZA


Job, un hombre íntegro que a pesar de haber sido probado, nunca renegó y su confianza y fidelidad a Dios, le ayudó a mitigar sus dolores. Estaba convencido que todo lo que tenía se lo debía exclusivamente a su Creador y que Él era el dueño absoluto de todos sus bienes: “El Señor ha dado, el Señor ha quitado”. Indudablemente, esto no es fácil. Hay que tener una fuerte convicción de quién es en verdad el Dios y Señor de nuestras vidas, para responder al igual que Job. A través de las circunstancias adversas que se nos presentan, es donde aprendemos a probar nuestra integridad; nunca podemos saber hasta dónde llegamos si nuestra fe no es tocada: “Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza” dice Proverbios 24:10.

La integridad debería ser el baluarte de toda persona y más aún de los cristianos. En los actuales tiempos de deshonestidad y corrupción, nosotros como sal de la tierra, tenemos la obligación de poner ese rico aderezo por donde quiera que nos movamos, precisamente para demostrar en cuál Dios hemos creído y para dejar en alto su nombre. Es difícil encontrar en verdad a alguien digno de hacer honor a su investidura y eso es algo de lo que debemos preocuparnos al momento de elegir los políticos que en suma son los que nos representan, porque: “Son muchos los que proclaman su lealtad, ¿pero quién puede hallar a alguien digno de confianza? Justo es quien lleva una vida sin tacha; ¡dichosos los hijos que sigan su ejemplo!” (Pr. 20:6-7).

Fue la integridad de Job, la que le permitió sostenerse y en sus convicciones quedar firme; “es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal” (v. 8), le dijo el Señor a Satanás, poniéndolo como ejemplo de un hombre de bien. Como lección, aprendamos de este hombre a ser rectos e intachables así el campo donde nos movamos esté lleno de fraudes, sobornos, dineros mal habidos, extorsiones, o mentiras. Que pase lo que pase, suceda lo que suceda digamos como él: “mientras viva, insistiré en mi integridad” (Job. 27:5).


No es fácil ser íntegros, pero Jesús vino precisamente a renovar corazones y hacer personas nuevas “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Co. 5:17). Quizá por tu mismo trabajo has tenido que agachar la cabeza y seguir a los demás en sus acciones deshonrosas, pero hoy el Señor te dice que viene a rescatarte de esa vida que llevas. ¿Quieres liberarte de ese peso? Con una corta oración puedes entregarle tu vida a Jesús y Él se encargará de hacerlo. Podemos orar así:


Señor Jesucristo: Confieso que soy pecador y te pido perdón por ello. Te abro la puerta de mi vida y te recibo ahora mismo como mi Señor y Salvador personal. Toma el control de mis acciones y haz de mi la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y llevarme por el camino recto contigo. En tu santo nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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