sábado, 6 de agosto de 2011

Una boca dos oídos, para controlar la lengua

Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse.
Santiago 1:19.


Lectura diaria: Santiago 1:19-27. Versículo para destacar: Santiago 1:19.


ENSEÑANZA


Hace unos años escuché a un pastor de mi iglesia decir que si Dios nos había dado una boca y dos oídos era porque necesitábamos escuchar más y hablar menos. ¡Cuánta razón tenía! Si en realidad aprendiéramos a controlar la lengua, nos evitaríamos muchos problemas. La Biblia nos exhorta a ser prudentes porque Dios sabe cuánto falta le hace al hombre esta virtud. El hombre sabio es prudente (Pr. 8:12), en cambio el que se deja llevar por su lengua, puede llegar a provocar contiendas y sembrar discordias (Pr. 6:19).

Quizá nos estamos engañando a nosotros mismos, creyéndonos muy piadosos y cristianos de verdad, sin darnos cuenta que continuamente estamos pecando con las palabras: “Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no le sirve para nada” (v. 26). Es difícil domar la lengua. El apóstol Santiago más adelante en el capítulo 3 de su Epístola, dice que quien la controla es capaz de controlar todo su cuerpo (Stg. 3:2). Por sí solos no podemos domar la lengua, debemos pedirle ayuda a Dios: “Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios” (Sal. 141:3). Esforcémonos en aprender a escuchar el doble de lo que hablamos. Pongámonos como meta, el proferir solo palabras amables, que ayuden a levantar no a caer; alejémonos del chisme y la murmuración; practiquemos la alabanza no la quejabanza; en fin, que nuestro diario vivir, sea una muestra tangible de lo que hay en nuestro corazón: “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt. 12:34).


Te invito a que conozcas al Señor Jesucristo; Él vino a darnos ejemplo de vida y supo callar aún estando frente a su sentencia: “Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca” (Is. 53:7). El Señor, es el único que a través de su Santo Espíritu puede enseñarnos a ser prudentes porque el dominio propio es uno de sus frutos. Para conocerlo, necesitas entablar una relación personal con Él y la manera de hacerlo es a través de una oración, de este modo poco a poco a través de su Palabra le vas entendiendo y sabiendo lo que espera de ti. Si lo deseas te puedo guiar así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi corazón para que seas mi Señor y Salvador. Perdona mis pecados; toma el control del trono de mi vida que yo manejo y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y darme todo el poder de tu Santo Espíritu para guiarme y conducirme de la manera que te agrade. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Muchas bendiciones
Un abrazo en el Señor.
Consuelo

Dora C. dijo...

Gracias Consuelo. Bendiciones para ti de igual manera y toda la gloria y honra sean para nuestro Amado Señor. ¡Aleluya!