miércoles, 24 de agosto de 2011

Para que nuestra petición se cumpla

Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente.
3 Juan 2.


Lectura diaria: 3 Juan 1-15. Versículo para destacar: 3 Juan 2.


ENSEÑANZA


Juan, ya muy anciano escribe esta tercera carta a un querido hermano en la fe, diciéndole que ora por él de manera muy especial. Seguramente esta es la oración por los que amamos. ¿Quién no va a querer desearles lo mejor a ellos? Aquí no solamente intercedemos por su salud física y material sino también por la espiritual. Sería muy hermoso que en todos se cumpliera ese propósito; sin embargo, cada uno debe hacer lo suyo para que el deseo llegue a feliz término.

La Biblia enseña: “Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado para que disfrutes de una larga vida, y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios” (Dt. 5:16). Éste es el primer mandamiento con promesa y que no debemos echar en el cajón del olvido. Para Dios es muy importante la relación de padres-hijos-padres. Sin importar cómo han sido nuestros padres, debemos honrarlos.

De igual manera, por más que deseemos lo mejor, si esa persona no busca de Dios y anda en mal camino, es muy difícil que nuestra petición se cumpla. “Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón” (Sal. 37:4). Si honramos a nuestros padres terrenales, nos va a quedar más fácil honrar al Padre celestial; debemos deleitarnos en Él, obedeciéndole y dándole toda la preeminencia que merece. Hay que amarlo sobre todas las cosas y cumplir sus mandatos: “Escucha Israel y esfuérzate en obedecer. Así te irá bien”; “Haz lo que es recto y bueno a los ojos del Señor, para que te vaya bien” (Dt. 6:3 y 18). Todos queremos que nos vaya bien, pero desafortunadamente nos es difícil obedecer. Nos gusta escuchar cosas bonitas, pero no comprometernos ni siquiera con Dios. Es necesario creerle a Dios, creer lo que dice su Palabra y obedecerle.

Y como conclusión el anciano hace esta recomendación: “Querido hermano, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios” (v.11). Nadie puede decir que está con Dios, mientras está practicando el mal. Toda causa tiene una consecuencia; quien siembre para bien, cosechará bien; es la ley de la retribución de Dios. Aprendamos a generar frutos de vida cumpliendo los mandatos del Señor, para que de igual manera se nos devuelvan las oraciones y deseos de los que nos aman.


Si no conoces a Jesús, te invito a que tengas una relación personal con Él; así podrás deleitarte en su Palabra y comenzar una vida nueva íntegra. Podemos orarle así:


Señor Jesús: Quiero conocerte de una manera integral, para que mi vida también sea igual. Toma mi corazón, te acepto como mi Señor y Salvador personal; perdona mis pecados y hazme como tú deseas que yo sea. Gracias Jesús por venir a morar conmigo y perdonarme. Gracias por llevarme contigo y darme un modo de vida diferente. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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