domingo, 14 de agosto de 2011

Pruebas de fuego

Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito.
1 Pedro 4:12.


Lectura diaria: 1 Pedro 4:12-19. Versículo para destacar: 1 Pedro 4:12.


ENSEÑANZA


Soportar la adversidad cuando se están haciendo las cosas bien, no debe ser motivo de tristeza; al contrario, nos dice el apóstol que deberíamos alegrarnos por tener parte en los sufrimientos de Cristo (v. 13). A lo largo de la vida, se pasa por diferentes pruebas y siempre creemos que la que estamos soportando es la más dura o que con esa ya no tendremos valor ni fuerza alguna. No sé cuál será la prueba de fuego que se esté viviendo: puede ser una crisis económica, una crisis por enfermedad, una crisis emocional, una tan frecuente en nuestro medio como la crisis matrimonial e incluso más de una al mismo tiempo. Recordemos que a Job cuando le cayeron, llegaron todas a la vez: “Pocos son los días y muchos los problemas que vive el hombre nacido de mujer” (Job. 14:1), y aunque su esposa estuvo ahí, no fue precisamente para que lo ayudara sabiamente, al contrario se comportó como “gotera continua” e incluso reprochándole su fe en Dios y Job no pecó ni siquiera de palabra (Job. 2:9-10).

Ninguna prueba en el momento de soportarla es fácil; la vida no es fácil, el mundo que nos rodea no es el mejor ni el matrimonio es solamente amor y romanticismo; lo normal, es que existan dificultades, pero el Señor es Poderoso y puede solucionarlo todo e incluso de manera milagrosa. Tendremos muchas aflicciones pero debemos confiar en Aquel que ya las soportó y llevó sobre sus hombros el peso de todas ellas, porque Él ya las venció y nos sacará triunfantes. Ante estas situaciones lo mejor es enfrentarlas con valentía y como lo afirma Hebreos 4:16, acercarnos confiadamente al trono de Dios para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más lo necesitemos. El Señor nos dará el poder para salir avante y airosos de saber que pudimos pasar la prueba de fuego.


Te invito a descargar todas tus aflicciones en el único capaz de tendernos la mano en momentos de angustia: en Cristo el Señor. Si es tu deseo podemos orarle para que sea Él quien las tome y te de paz y sosiego. Podemos orarle así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito; confieso que soy pecador y te pido perdón por ello. Toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. Te abro la puerta de mi corazón y te recibo como mi Señor y Salvador personal. Te entrego también todas mis cargas para que seas tú ayudándome a llevarlas. Gracias Señor por hacerlo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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