viernes, 19 de agosto de 2011

Yo sé que mi Redentor vive

Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte.
Job 19:25.


Lectura del día: Job 19:1-29. Versículo para destacar: Job 19:25.


ENSEÑANZA


Job, a pesar de encontrarse en pésimas condiciones, nunca dudó de su fe en Dios. Job lo había tenido todo y de un momento para otro quedó sin hijos, sin fortuna y encima de eso supremamente enfermo. La convicción plena de Job sobre su Señor y Creador, lo llevó a exclamar: “Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte”, no solo fueron palabras para él, sino que como hombre de Dios que era, estaba profetizando sobre el Señor Jesucristo, quien vendría a morir y resucitar por la humanidad, venciendo la muerte para darnos a todos los que le aceptáramos, vida eterna.

Muy seguramente, hemos pasado diferentes situaciones de crisis, pero probablemente no como Job, todas a la vez. Dios nos exhorta en su Palabra a través del apóstol Santiago a perseverar como Job y los demás profetas: “En verdad, consideramos dichosos a los que perseveraron. Ustedes han oído hablar de la perseverancia de Job, y han visto lo que al final le dio el Señor. Es que el Señor es muy compasivo y misericordioso” (Stg. 5:11). Debemos aprender que a pesar de las crisis, a pesar de la adversidad y de las muchas aflicciones que tengamos que sobrellevar, en todas estará presente nuestro Redentor y que podremos decir igual que Job: Él vive y triunfará sobre la muerte. Que sea ésta, nuestra esperanza de gloria. Confesemos victoria a pesar de… No será la nuestra, porque no es con nuestra propia fuerza sino con la del Santo Espíritu que habita en nosotros; es la suya para que toda la gloria y honra se la demos al que de verdad la merece: a nuestro amado Redentor.


Quizá estás pasando por un momento crucial en tu vida y ya no encuentras salida a tu problema. Déjame decirte que tu Redentor, Jesucristo, vino a darte vida y vida en abundancia; vida a pesar de tus problemas; vida a pesar de la muerte, para que digas igual que Job: “Y cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos. Yo mismo espero verlo; espero ser yo quien lo vea, y no otro. ¡Este anhelo me consume las entrañas!” (vv. 26 y 27). Si es tu deseo dejar todas tus cargas bajo los hombros de Jesús, te invito a orarle así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Reconozco que moriste por mí y que resucitaste para que yo también pudiera resucitar contigo y por esto te doy gracias. Toma el control del trono de mi vida y perdona mis pecados. Toma mis aflicciones y hazme como quieres que yo sea. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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