sábado, 20 de agosto de 2011

El amor que brilla en la oscuridad

El que ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida que lo haga tropezar.

1 Juan 2:10.


Lectura diaria: 1 Juan 2:3-11. Versículo para destacar: 1 Juan 2:10.


ENSEÑANZA


Dice con anterioridad Juan en esta primera carta: “Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad” y “si vivimos en la luz, así como él está en la luz tenemos comunión unos con otros” (1 Jn. 1:5b y 7). El Señor vino a dejarnos un mandamiento nuevo: que nos amemos los unos a los otros, así como Él nos amó (Jn. 13:34), y aquí entra a jugar un papel predominante el perdón. Es muy fácil decir que amamos al que siempre nos hace el bien, pero ¿si estamos dispuestos a amar y perdonar al que nos odia sin razón? ¿O al que nos maltrata de palabra y acción? ¿O al que nos injuria falsamente? ¿O al que nos lleva al tribunal injustamente? ¿O al que ha matado, violado o secuestrado un ser querido? ¡Es más difícil de lo que imaginamos! Y si no estamos bien cimentados en la verdad que es Jesucristo, yo diría que es casi imposible amar, a pesar de… Por eso el Señor nos dice que si lo conocemos, obedecemos sus mandamientos (vv3-4), y andaremos en la luz. “Pero el que odia a su hermano, está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver” (v. 11). Definitivamente el amor cubre todas las faltas (Pr. 10:12b); y si no tengo amor, “no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido” (1 Co. 13:1). El amor, es la más excelente de las virtudes y hay que ponerlo en práctica como el Señor nos lo mandó.

Demos testimonio de que en verdad conocemos a Dios andando en la luz que es Él; amando a nuestros enemigos o a aquél que nos hizo daño. Dejando toda amargura, rencor, odio y desilusión a los píes del Señor. No volvamos a pecar contra nuestro hermano ni de hecho ni de palabra, porque esto no agrada a Dios. Amemos con un corazón igual al del Señor: listo a perdonar así como Él nos perdonó a nosotros. Que la luz de nuestro amor brille en la oscuridad.


Jesucristo, es la fuente del amor. Solo con Él, puedes experimentar el amor y el plan para tu vida. Jesús vino a morir por ti y a llevar sobre sus hombros todo el peso de tu resentimiento. Quiere darte una nueva vida y demostrarte cuánto te ama. En Él, no hay engaño alguno. Si deseas te puedo guiar con una oración para que empieces a conocerle y obedecerle. Oremos así:


Señor Jesús: ¡Te necesito, como el sediento necesita el agua! Ven a mi vida; te acepto como mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y dame esa nueva vida que me ofreces para que siga contigo de la mano por un sendero luminoso, y mi corazón se limpie de toda mi amargura. Gracias Señor por hacerlo y por darme la capacidad de amar a los que me han hecho daño. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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