lunes, 11 de julio de 2011

¿Por qué no creer en los "Rajab"?

Yo sé que el Señor y Dios es Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra.
Josué 2:11b.


Lectura diaria: Josué 2:1-24. Versículo para destacar: Josué 2:11b.


ENSEÑANZA


Los caminos del Señor no son los nuestros y su misericordia va más allá de lo inimaginable. Rajab, la prostituta de Jericó, despreciada quizá por su familia y señalada por la comunidad, fue la mujer quien Dios utilizó para lograr la toma de esa ciudad por parte de los israelitas. Sabía a conciencia que actuaba mal, pero quizá antes nunca, alguien había creído y depositado su confianza en ella. Esta mujer tuvo el valor de enfrentarse al rey de Jericó y de engañar a los perseguidores de los hombres que fueron a espiar el país (v. 3). No solo les pidió a los que había ayudado a esconder que tuvieran compasión con ella, sino que sin reparo alguno, la pidió también para su familia (vv. 12-13), y requirió como garantía una señal, la cual se convirtió en un cordón rojo atado a la ventana; señal que permitiría a los israelitas no tocar esa casa. Allí se encontraría Rajab resguardada con todos los suyos, cuando ellos invadieran a Jericó.

¿Quién podría imaginar que Dios utilizaría a una mujer pecadora como ella? Con razón el Señor les dijo a los fariseos: “vayan y aprendan lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios” (Mt. 9:13), cuando lo criticaron por comer con los recaudadores de impuestos (que en realidad eran ladrones) y con pecadores; lo mismo sucedió con la mujer adúltera (Lc. 7:47-50). Cuando se recibe el perdón, se tiene la capacidad de amar y entregarlo todo. Esto fue lo que le sucedió a Rajab; por fin encontró una razón para ser buena, para hacer el bien.

Como lección de la lectura: no despreciar al drogadicto, al alcohólico ni al malhechor de la sociedad; todos, absolutamente todos tienen derecho de la misericordia y de la gracia de Dios. Para Dios no existen imposibles y puede actuar en cualquier persona sea cual sea su condición. Aprendamos a ser misericordiosos como el Señor lo desea. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a los demás? ¿Conocemos sus caminos? De la prostituta Rajab, viene la descendencia de Jesús, el Salvador del mundo.


Jesús no tiene en cuenta quien eres ni de qué te tachan. Solo quiere que humildemente le entregues tu vida y aceptes que lo hecho por Él en la cruz era para pagar tus deudas. Si tienes la decisión de hacerlo en estos momentos, te invito a orarle así:


Amado Jesús: Sé que soy pecador y te pido perdón por ello. Toma mi vida, te la entrego para que me perdones y me hagas de acuerdo a tu santa voluntad. Te acepto como mi Señor y Salvador personal. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y darme una nueva vida contigo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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